Del reciente amparo judicial del exrector de la UAEH, Adolfo Pontigo Loyola, a la retención de 430 millones de pesos del banco HSBC -que suscitaron acciones legales emprendidas por la máxima casa de estudios de Hidalgo- atraviesan los fantasmas de una radiografía controvertida en los manejos de los financiamientos y de su actuación académica y política analizada desde hace décadas por el escritor Alfredo Rivera.
El antecedente previo a los innumerables desencuentros de la UAEH se encuentra el encontronazo con los estudiantes paristas del movimiento REBEL-ARTE que protagonizó una disputa por la renovación de la Ley Orgánica Universitaria y que habría de concluir no sólo con la frustración de estudiantes y docentes, sino con la confrontación entre la ombudsperson de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Hidalgo, Ana Karen Parra Bonilla, quien exigía una disculpa pública a la máxima casa de estudios por los eventos de la Escuela de Artes, cuestión que terminó turnando al Congreso local.
Autoridades de la UAEH se han inconformado por la retención de los recursos bancarios efectuados por HSBC, señalando que se trata de “prácticas abusivas” por la institución bancaria la que estaría obstruyendo el destino de esos recursos a infraestructura, al personal administrativo y académico, jubilados y estudiantes, así como al manejo de recursos financieros de la institución.
Este entretelón que no está exento del contexto de las investigaciones fiscales de la UIF, que preceden al presunto desvío de recursos y utilización de empresas fachadas señaladas con antelación en las indagatorias que surgieron antes, durante y posteriores a la confrontación del movimiento estudiantil REBEL-ARTE, ponen nuevamente en entredicho la probidad financiera de UAEH en un escenario que sobrepasa las lógicas de operación de una universidad en el concierto nacional.
Atendiendo al ojo del huracán, ¿es acaso que existe una consigna política en contra de la UAEH que proviene de una manipulación oscura con HSBC?
En esta atmósfera, los llamados de las autoridades de la UAEH a la sociedad hidalguense a defender a la máxima casa de estudios se presentan como un despropósito social en el contexto de las reticencias no sólo a ofrecer disculpas a la ciudadanía por la serie de agresiones que sufrieron los estudiantes del movimiento REBEL-ARTE, que protagonizaron los líderes del Consejo Estudiantil Universitario CEU, y que fueron turnadas a nivel judicial, sino por este lúgubre acto que empaña las condiciones de civilidad universitaria que deben permear a toda costa en la sociedad como ejemplo de la vanguardia cultural, científica y social.
El complejo esquema de desencuentros que ha protagonizado la estructura burocrática de la UAEH con el gobierno de Julio Menchaca retrotrae para el análisis los eventos del control en la legislatura pasada del Congreso local del Grupo Universidad en la bancada guinda, lo que tiene nexos claros con la ruptura entre PT/GU con Morena en la alianza política que habían sostenido a nivel nacional y cuya fractura fue palpable en los comicios del 2 de junio.
Sin embargo, PT/GU salieron fortalecidos en la contienda electoral del 2 de junio al lograr el mayor control del mapa geopolítico municipalista después de la primera fuerza política Morena Hidalgo, cuestión que denota la influencia, operación y capital político del Grupo Universidad en la distribución y correlación de las fuerzas políticas en Hidalgo.
Es evidente que la serie de zafarranchos protagonizados por la UAEH, abren nuevos episodios de una historia que no culminará con este nuevo capítulo con la institución bancaria HSBC. Sólo queda pedir y rogar a Dios que el séptimo mandamiento se cumpla como precepto de moralización universitaria.