La tiranía de la riqueza y la calidad de la democracia

La redistribución de la riqueza es la pieza fundamental de la 4T, así lo prescribió López Obrador, y es el epicentro de esa revolución de conciencias que inició tirando al antiguo régimen y que hoy debe tirar a la tiranía de la riqueza.

Se perfila como tendencia política el debate sobre el impuesto a la riqueza que invariablemente incidiría en la redistribución de la misma, que ya acontece en Europa y que es una máxima de la filosofía política de John Rawls; pero mucho más significativo, el salto cualitativo de la calidad de la democracia en el orbe.

 

La presidenta Claudia Sheinbaum, en este vertiginoso primer año de su administración, ha abierto distintos frentes de dignificación de las y los mexicanos desde las reformas y programas sociales, y hoy ya perfila un impuesto a la riqueza que gravaría a los sectores sociales, cuyo caudal económico sobrepasa toda lógica de acumulación prudente en la sociedad.

 

Hidalgo experimenta las asimetrías y resabios en la redistribución de la riqueza, donde -de acuerdo a CONEVAL- en 2022 más de 1 millón 200 mil hidalguenses vivían en situación de pobreza. La cifra, pese a ser espeluznante, no devela en modo alguno las penurias sociales que implica esta condición de vida y, mucho menos, el quebranto inenarrable de sus implicaciones en el porvenir del pueblo y la nación.

 

En este trazo de desigualdad social, el gobernador Julio Menchaca se ha comprometido de manera sensible a extender el trabajo de su gestión priorizando la ayuda del bienestar de las Rutas de la Transformación en los planes y programas de gobierno y, significativamente, en el desarrollo económico y redistribución de la riqueza a través de la generación de empleos y en la gestión de la inversión directa en Hidalgo.

 

Sin embargo, en el extravío político de las conciencias que se dicen ser patrióticas y defender a México en el eufemismo del “México de la desigualdad social”, Carlos Slim -que se precia de ser el mexicano que aparece en la revista FORBES como el más rico de la nación- ha puesto el grito en el cielo argumentando que de existir un impuesto a la riquezavolaran los capitales e inversiones del país. El argumento alaraco y pusilánime de Carlos Slim nos recuerda ese México de mexicanos de primera y segunda, donde los de primera que viven en la riqueza y que fueron amparados por el aparato de Estado del antiguo régimen, crecieron y engordaron sus bolsillos a costilla de los mexicanos de segunda, los de abajo, para los que proveer comida en sus mesas han tenido que sufrir la explotación laboral, la desigualdad jurídica y el oprobio de la desigualdad social.

 

En este cruento trazo social, la tiranía de la riqueza desde las élites de poder del antiguo régimen creó la negación de las oportunidades sociales y su asimetría constitucional. En este escenario, los poderes públicos fueron utilizados no sólo para la reproducción hegemónica de la clase política que se enquistó en el control del aparato de Estado por más de siete décadas, sino para garantizar que, siendo juez y parte, la riqueza que producen las y los trabajadores quedara en las manos de grupúsculos de la oligarquía nacional, que hoy grita pidiendo que no se le imponga un impuesto a su riqueza, riqueza que ha sido producto de la explotación de las y los mexicanos y del uso indebido y del abuso del su control sobre el aparato de Estado.

 

Resultaría ejemplar que el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum creara un impuesto a la riqueza.

 

El México de la desigualdad social no puede seguir imperando. La transformación del país inicia por el pueblo, no por el México de los mexicanos de primera y segunda; no por el México donde llevar el pan a la mesa es la odisea de la explotación laboral y social.

 

El auge del neoliberalismo de la casta política de la desigualdad del antiguo régimen se aseguró de crear asimetría económica desde la tiranía de la riqueza, donde los impuestos regresivos que gravan al trabajo y exenta al capital, edificaron grandes fortunas que permiten que mexicanos, como Carlos Slim, se pavoneen en el mundo argumentando que crearon su riqueza “de manera honrada y con el sudor de su frente”, quimera absurda que si se arquea desde la tributación, las leyes a modo y el mazo del Poder Judicial, devela una historia cruenta y distinta.

 

La redistribución de la riqueza es la pieza fundamental de la 4T, así lo prescribió López Obrador, y es el epicentro de esa revolución de conciencias que inició tirando al antiguo régimen y que hoy debe tirar a la tiranía de la riqueza.


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