Cuando leí en la universidad “Para leer al pato Donald” de Ariel Dorfman y Armand Mattelart, me encaramé en la ratificación intelectual del colonialismo como una forma opresora de los pueblos, pero no sólo como un esquema historiográfico del capitalismo, sino del colonialismo mental.
Hoy que el gigante de América amenaza a México con el ascenso del pato Donald Trump y en Hidalgo se viven momentos apremiantes frente al imaginario colectivo de las deportaciones en masa, revisar las implicaciones del colonialismo norteamericano en una estela de innumerables desencuentros desde la migración hasta la mascarada colonial del T-MEC es una tarea obligada que comparto con mis lectores.
Dentro de la podredumbre del gobierno del pato Donald Trump se cierne la figura de Elon Musk, el cerebro de la neurotecnología de Silicon Valley que se encuentra en el staff del gobierno fascista en turno en Estados Unidos.
La tecnología ligada al desarrollo empresarial y comercial ha creado los instrumentos idóneos de dominación del colonialismo mental, donde -y desde la creación de las redes sociales- el marketing deportivo, el consumo superfluo en el que los celulares son la ventana maldita de la dominación colonial y una lista interminable de instrumentos y elementos que se suman al autoritarismo norteamericano, han establecido el empobrecimiento cultural de los pueblos como epicentro de su dominio omnímodo (absoluto).
Cuando Ariel Dorfman y Armand Mattelard escribieron “Para leer al pato Donald” cimbraron los estereotipos y juegos de intereses de la cultura colonialista norteamericana que avasalló a los pueblos latinoamericanos, desde emporios en contubernio de la prensa y la televisión que difundieron los héroes de papel como Batman, Superman y las estupideces del cine y televisión norteamericana, afianzando el añejo coloniaje mental que había iniciado su dominación por medio de la religión.
Cuando cito a “héroes como Batman o Superman” lo hago desde un plano irónico, porque los verdaderos héroes en la realidad son las y los trabajadores que entregan sus vidas para mantener a una familia y darles una verdadera educación a sus hijos que les permita entender, intelectualmente, que la realidad no inicia ni se construye en Hollywood, sino en el trabajo de sus padres.
Como atinadamente ha cuestionado los abusos históricos del coloniaje, la presidenta Claudia Sheinbaum ha puesto como héroes de la nación a las y los trabajadores que, día con día, construyen el porvenir de México y con sus manos crean el patrimonio de las generaciones futuras.
Empero, emporios como Televisa y la maquinaria mediática vuelve héroes a criminales que corrompieron y malversaron el erario público y crearon o pavimentaron las estelas de la delincuencia organizada. Pensemos en la telenovela política que creó Televisa bosquejando a Enrique Peña Nieto y a la actriz Angélica Rivera como “la pareja ideal”, el sueño dorado, sueño que ahora Peña Nieto vive en España a costillas del fruto del trabajo honrado de las y los verdaderos héroes de México, sus trabajadores.
Hoy que el fascismo del Estado norteamericano se cierne en contra de México, es imprescindible entender y comprender a los hacedores del coloniaje mental de la maquinaria mediática del antiguo régimen, que intenta demeritar las acciones de previsión y corrección sobre la deportación de las y los trabajadores mexicanos de Estados Unidos del gobierno de Claudia Sheinbaum.
El peor colonialismo que existe es el mental, porque su alienación social es la que suele perdurar como gestora que alaba las infamias colonialistas, castas políticas y los hacedores del imperio, que en México se multiplican para vender a la patria y usufructuar del trabajo honrado de las y los mexicanos.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.