Me encanta ver cómo ríen los niños: con la naturalidad de sus emociones, con la calidez que les otorga la sencillez con la que se desenvuelven en el mundo paralelo que les pertenece.
La risa es distintiva de los seres humanos, pero no es necesariamente un sinónimo de la construcción humana de la felicidad porque puede responder a la hilaridad momentánea de un evento, a pesar de que estemos experimentando tristeza.
A diferencia de múltiples construcciones culturales, la risa es una manifestación independiente, puede provenir de un contexto y sus usos, pero también puede presentarse por cuestiones de nuestra imaginación, lo que la vuelve un componente sui generis de nuestro ser. Habitualmente se le asocia con la alegría, pero puede provenir de la ironía de una realidad, inclusive de la desgracia ajena y ser una reacción insana producto de la envidia o rivalidad.
Milan Kundera escribió “La risa y el olvido”, en esta tesitura, la festividad de la risa parece advertir que nuestras relaciones sociales se encuentran en consonancia con los desencuentros, por lo que la risa y el olvido social suelen ser tan fugaces como nuestra existencia.
Sin embargo, la risa tiene un significado distinto en cada cultura y cada era, y es censurada cuando se encuentra en un contexto que no debe aparecer; en el siglo XVII, reír era una manifestación demoniaca en muchos lugares de Europa e incluso se le asociaba a la estupidez, tontería o locura, o bien, podía resultar de mal gusto.
Existen sociedades que ríen de manera simplona, como la norteamericana, donde la risa es un reflejo de lo superficial que resultan las relaciones sociales y su cine lo evidencia. Existen sociedades como las latinas, donde la risa suele encerrar picardía y agudeza social, lo cual proviene de una interiorización humorística que maneja niveles de ironía fundamentales para la crítica social de la realidad.
Reír es saludable y necesario en nuestra existencia, pero en ocasiones la existencia social y su estupidez es una risa.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.