¿La revolución inconclusa?

En poco más de dos años de trabajo administrativo, el aparato burocrático del gobierno de Julio Menchaca ha ampliado las lógicas de racionalidad y de austeridad para potenciar los recursos humanos y financieros de su gestión.

En el marco de los festejos del aniversario de la Revolución Mexicana, los cambios políticos de la nación advierten las crecientes necesidades ciudadanas de reorientación del poder público en las realizaciones de las oportunidades sociales. Ha llegado el momento de que los versos revolucionarios se conviertan en la prosa de una nueva sociedad y nación.

 

El gobierno de Julio Menchaca -en este trazo de reorganización del aparato de Estado en Hidalgo, desde las lógicas de la transformación política y social que vive el país- ha centrado sus estrategias en la dinámica de los vectores de: I. Procuración e impartición de justicia y preservación del Estado Democrático de Derecho. II. Desarrollo económico con rostro social. III. Seguridad Pública y racionalidad de la defensa ciudadana. IV. Orden de las finanzas públicas y combate a la corrupción e impunidad y, V. Las Rutas de la Transformación por la dignidad y el desarrollo social.

 

En poco más de dos años de trabajo administrativo, el aparato burocrático del gobierno de Julio Menchaca ha ampliado las lógicas de racionalidad y de austeridad para potenciar los recursos humanos y financieros de su gestión, cuestión que se ha unido a los macro proyectos del gobierno de Claudia Sheinbaum que iniciaron en los diálogos ciudadanos e incrementaron los flujos de inversión pública y privada con el anuncio de la macro obras en la construcción del tren AIFA-Pachuca y en las obras de saneamiento ecológico, tecnologías limpias y energías renovables en la ciudad de Tula.

 

En este marco, la Revolución Mexicana no puede quedar inconclusa ni en espíritu ni en los hechos. Si algo caracterizó a la insurgencia revolucionaria fue la creación de un Estado de Derechos Sociales, condición que se enclaustró en el antiguo régimen y que ha creado necesidades complejas para los gobiernos de la 4T.

 

En este escenario, el gobierno de Julio Menchaca encauza una reestructuración del poder orgánico del gobierno para comenzar por restituir el orden y el profesionalismo a los cuadros de la burocracia y servidores públicos. Esta condición llevó, incluido al gobernador, a tomar cursos de capacitación administrativa para garantizar que la profesionalización de la estructura operativa presente mayores y mejores alternativas desde la administración pública a la ciudadanía.

 

El incremento de la gobernabilidad es una de las preocupaciones que abordó desde sus inicios el gobierno de alternancia, tratando de limpiar los estragos de corrupción, impunidad, e ineficiencia pública del antiguo régimen, donde, la primera batalla a título de revolución de las conciencias, la dieron las pesquisas de la Estafa Siniestra, que no termina de abrir nuevos capítulos en un esquema ampliado de la procuración e impartición de justicia y democracia.

 

En esta vía de recomposición política es necesario pensar que la revolución de las estructuras políticas en la nación, deberá profundizar la moralización y probidad de los cuerpos burocráticos. Esta tarea en Hidalgo, impele una mayor horizontalidad ciudadana en la toma de las decisiones públicas y en la realización de las Rutas de la Transformación.

 

Un aniversario más de la Revolución que quedó inconclusa en el antiguo régimen, remite a la reflexión de fondo y forma de que todas las prácticas gubernamentales que lleva a cabo el gobierno de alternancia de Julio Menchaca, encaucen sus esfuerzos a la reorientación sistemática del aparato público para dignificar al tejido social en Hidalgo, que, históricamente, desde esa revolución inconclusa, ha sido presa de las asimetrías gubernamentales que propiciaron pobreza, marginación y desigualdad social.


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