2024 ha sido un año marcado por la imposición beligerante de las fuerzas del antiguo régimen que se resisten en el juego de intereses a perder el poder político en México.
Durante décadas, las medidas autoritarias de los gobiernos del antiguo régimen, algunas disfrazadas o maquilladas y otras como la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa o la ya lejana insurrección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), fueron naturalizadas con el descaro de que México era un país donde imperaba el “Estado Democrático de Derecho”, cuando, en realidad, las sombras del autoritarismo político socavaron el tan cacareado argumento.
Los coletazos de las fuerzas de la derecha en México arribaron a Hidalgo en dos vectores: I. Las estelas de la repulsa beligerante contra la reforma el monopolio jurídico del Poder Judicial, que impugnaron la actuación de la magistrada Rebeca Aladro, y trazaron resistencia y encono a la gestión del gobernador Julio Menchaca; y II. La conformación de la alianza tácita PRIAN-MC+PT/GU, que no fue sino otra expresión de un intento desesperado por hacer colapsar el equilibrio en el Congreso local y en la estructura burocrática administrativa en un plano de infiltración política.
Sin dividendos políticos claros, el autoritarismo político dejó las huellas de sus intentonas golpistas del Poder Judicial, cuyos líderes agitaron las arenas políticas uniéndose a Ken Salazar (embajador estadounidense en México), para exigir la intervención del gobierno de Washington y el apoyo pusilánime del gobierno de Canadá.
La crisis política que pretendieron instaurar las fuerzas de la derecha en su desesperado autoritarismo político, contrariamente a lo que esperaban, dieron paso a una ruptura o quiebre político entre sus expresiones partidistas y las élites oligárquicas a las que representan. En este escenario, la crispación del empresario Claudio X. González con Alejandro Alito Moreno y Marko Cortés, ambos líderes del PRIAN, protagonizó un zafarrancho de rebeldía del que Alito se empoderó y eternizó en el PRI, y Markito organizó una simulación de cambio de cúpula política en el PAN.
A contracorriente, Claudia Sheinbaum se erigía en la primera mujer en la presidencia de la República, hecho por demás histórico que presagiaba arrancar las raíces del antiguo régimen y, desde una transición política pacífica que le daba a la izquierda un nuevo matiz y reorientación del sistema político. Las suspicacias de las tutelas de AMLO sobre Sheinbaum Pardo han quedado desterradas, y la firmeza política de la presidenta ya cimbró a Donald Trump en Washington a título de “a México se le respeta”.
En la composición orgánica del partido hegemónico reformista, el ascenso de Luisa Alcalde, que les leyó la cartilla a las arenas políticas en Hidalgo, traza un cambio de estrategia en la conducción del partido guinda, que se encuentra formando comités de vanguardia política en todo el país; a diferencia de las fuerzas de la oposición, cuyos cuadros de mando y bases militantes se desmadran a pasos agigantados en un éxodo político sin precedentes en la nación.
La naturaleza autoritaria del poder político del antiguo régimen es su mayor ancla a una reestructuración de sus fuerzas, y ese mismo autoritarismo político es el que genera la miopía de maniobra que requiere para resurgir con un proyecto válido de nación.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.