La Marea Rosa fue la expresión de rechazo al gobierno de López Obrador y a la campaña a la Presidencia de Claudia Sheinbaum que se organizó desde la élite económica, dirigida por Claudio X. González, en un intento desesperado de apoyo a la alianza opositora y concretamente a la candidatura de Xóchitl Gálvez que visiblemente había perdido el tercer debate presidencial y presagiaba la derrota política.
La Marea Rosa también se manifestó en Pachuca y se concentró en el área del Reloj Monumental, con un discreto contingente que arengaba sobre la defensa de “libertad y democracia” al más puro estilo de la ultraderecha internacional que pretende salvaguardar los valores conservadores de las sociedades asimétricas bajo el disfraz de sistemas políticos ampliamente democráticos como el de Javier Milei en Argentina.
En la suma de las cifras, la Marea Guinda se impuso a la Marea Rosa y terminó con el ascenso de Claudia Sheinbaum a la Presidencia de México. Empero, el saldo no está acompañado de la última batalla política sino de un impasse en los procesos de recomposición de fuerzas de la derecha en México que aún en sus dos expresiones partidistas de cepa, el PRI y el PAN, no encuentran la vía de reestructuración frente a una correlación política de plena hegemonía en manos de Morena.
La Marea Rosa en Hidalgo, pese a no condensar una expresión partidista concreta, sí fue convocada por PRI y por PAN. Sin embargo, en las últimas semanas y frente al desconcierto de los partidos de derecha, en una reacción inconexa de lógica y conocimiento político, Claudio X. González ha convocado a la Marea Rosa e instigado a Marko Cortés, desde el PAN, para impugnar la elección bajo el argumento de que se fraguó en un clima político manejado desde Palacio Nacional, en aquello de una “elección de Estado”, argumento que ha seguido profiriendo Carolina Viggiano pero que ha quedado frustrado con el abandono de filas de Xóchitl Gálvez y la migración del PRI y el PAN a Morena.
La inconsistencia y atomización de las fuerzas de la oposición del PRI y el PAN en Hidalgo y, desde luego, en el resto del país, ya han sido trastocadas por la defección y la migración masiva hacia las fuerzas de Morena, las cuales acusan una infiltración con tintes de juego de intereses inciertos y donde la reestructuración del partido guinda en Hidalgo y el gobierno de Julio Menchaca no pueden permitir que la hibridación de fuerzas se convierta en la pesadilla del poderío guinda que le arrebate el sueño del bastión político morenista.
La paradoja de este escenario político -donde la Marea Rosa aparece como fuerza de batalla de la oposición empujada por los sectores de élite económica opuesta al gobierno de López Obrador y la 4T- estriba en que denota que sus expresiones partidistas (PRI/PAN) no presentan fuerza orgánica como interlocutores sociales para hacer frente al ascenso y consolidación del 2º Piso de la transformación. Esta condición está generando un parangón, todavía no estructurado, de movimiento político-social como lo implicó la construcción de Morena en su momento, pero en el vector de la derecha.
López Obrador se percató que el primitivismo político que imperaba en el PRD no lo llevaría a la Presidencia de la República, porque los encontronazos de sus fuerzas no le brindaban disciplina y coherencia orgánica al partido del Sol Azteca. Por lo que la estrategia política fundacional de Morena como movimiento político social se presentó con la misma postura que hoy viste la Marea Rosa pero sin la articulación ni estructura política que habría de alcanzar la Marea Guinda como partido político en México.
La Marea Rosa no presenta coherencia política orgánica, es producto de una reacción desesperada de la ultraderecha en México. No obstante, frente a la debacle del PRI y PAN es mucho más coherente y articulada que las expresiones partidistas del antiguo régimen.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.