El 19 de septiembre siempre causa estragos en la memoria de los ciudadanos porque ha sido fecha de dos terremotos que no sólo han enlutado al país, sino también han generado el descrédito del gobierno en turno en contraste con la respuesta solidaria del pueblo, pero además han develado la rapiña del botín que el Estado y su clase política obtienen para sostener el mito de una nación para todos.
Entre las tropelías más celebres de estos cruentos terremotos está la insólita historia de Frida Sofía, la niña fantasma, que ha marcado una herida de estupor social e indignación que merece ser tomada en cuenta debido a la podredumbre del entonces gobierno de Enrique Peña Nieto, que intentó crear una caja china desde Televisa para desviar la atención sobre las ruinas económicas y políticas de un país herido históricamente y causar un “cierre de filas” de la sociedad que se condolía ante la tragedia.
La historia la sabemos todos: Frida Sofía jamás existió y terminó demeritando, inclusive, la credibilidad de la Marina mexicana, mientras Televisa realizaba un reality show donde la supuesta niña tuvo al país en vilo durante horas, hasta que se supo la verdad y, nuevamente, se jugó con la buena voluntad y fe de millones de ciudadanos que con tal de salvar una vida se conmocionaban y solidarizaban, dejando ver que frente a la adversidad, la nobleza de los mexicanos los hace olvidar hasta sus rencillas.
Hoy Frida Sofía es el ícono de la patraña y la mentira de la clase política y, sin duda, seguirán existiendo miles de Fridas Sofías, lo mismo en el Fobaproa que en el Pacto por México; los ciudadanos seguiremos siendo el escarnio de los legisladores o de la clase política, porque en realidad nosotros somos Frida Sofía, porque somos fantasmas para la clase política, no existimos ni importamos, somos el botín para justificar salarios de Marajá y prebendas multimillonarias, mientras el pueblo se caga de hambre y desolación.
La historia de Frida Sofía terminó en un ridículo político, pero de poco o nada ha servido para que la ciudadanía tenga memoria histórica y se organice para controlar el poder de los políticos y de la política; por el contrario, seguimos, en muchos casos, sucumbiendo ante los dobles discursos, las quimeras políticas y las promesas de campaña que erigen planes y programas de gobiernos fallidos, sin alma y por sobre todas las cosas, al margen de ese pueblo humillado y explotado por la clase política que ha hecho de México el cuerno de la abundancia de esos políticos.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.