La inocencia perdida o la candidez de los pueblos

Es preferible la crudeza de la realidad que la ingenuidad dulce, porque la crudeza, aunque no guste, denota la realidad y permite afrontarla, mientras que la ingenuidad es, en definitiva, el mal de los pendejos avasallados.

Ante una clase política que históricamente ha fallado, ¿cuántos procesos electorales más y tropelías se requieren para que el pueblo pierda su candidez?

La respuesta es monstruosa: malos resultados, ineficiencia, corrupción, impunidad, pobreza y desigualdad, no parecen despeinar a nadie y seguimos viviendo en la mierda y la miseria más espantosa, sin que seamos capaces de perder la ingenuidad y hacer frente desde la organización ciudadana a los impostores del poder o los reyes de la simulación política.

Ese viejo adagio de “no hay más ciego que el que no quiere ver”, no puede ser más válido en estos momentos, porque ya es inenarrable la serie de tropelías que ha vivido la ciudadanía a manos de la clase política, sin que hasta ahora haya podido controlar a una clase que se ha vuelto incontrolable y que se sirve de los ciudadanos, clase que, por cierto, se ha convertido en juez y parte de sus acciones y que por lo mismo, no encuentra freno a sus fechorías.

Si es cierto aquello de que “no son todos los que están y no están todos los que son”, ¿hasta cuándo aparecerán políticos honestos, decentes y comprometidos con las personas de carne y hueso y no con las metáforas de la nación o la patria?

La mierda nos llega al cuello, la enumero: 1. Pobreza. 2. Desigualdad. 3. Inseguridad. 4. Corrupción. 5. Impunidad. 6. Desempleo. 7. Racismo. 8. Marginación. Etcétera.

La desesperanza social, empero, no es suficiente, nadie entiende nada ni hace nada; no importan 60 millones de pobres, no importan los asesinatos y secuestros, poco importa en fraude electoral y el peculado; qué importa la violación a los derechos humanos, qué importamos como seres humanos.

No hemos aprendido nada. Seguiremos comiendo mierda y en la mierda, eso es claro, porque no existe un mínimo de conciencia frente a la atrocidad de la clase política y por ende, los dueños del poder seguirán haciendo lo que se les pegue la gana.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.






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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.