La ambigüedad del Grupo Plural Independiente (GPI), al no constituirse como un partido ni como un movimiento ciudadano, permite a los pupilos de Omar Fayad engrosar el precario capital político que tienen los partidos satélites de la alianza con Morena Hidalgo, en una jugada maestra de infiltración y control del partido guinda en el Congreso local.
El deslinde político que hizo Fayad Meneses sobre la nominación a una candidatura al Senado por el Partido Verde obedece al juego de las dos caras de la moneda política: refrenda el encargo vertical que le delegó el presidente López Obrador y es el apapacho de ser partícipe de la 4T allende las fronteras.
El poder con el que aún cuenta Omar Fayad le permite operar e infiltrar, desde el GPI, los hilos de la política local, que desde los pronunciamientos de Julio Valera parecen direccionar los esquemas de control político que habrán de primar en los partidos satélites de la alianza con Morena. En esta atmósfera habrá que poner atención a los pronunciamientos de Valera Piedras, que es el alfil de Fayad Meneses en el tablero político en Hidalgo.
La definición de las candidaturas locales que acompañarán la elección presidencial en Hidalgo ya tuvo un primer movimiento con el engaño antidemocrático que representan las nominaciones plurinominales, que permiten a los personeros del antiguo régimen mantener su coto de poder.
Frente al pobre capital político de los satélites de Morena en Hidalgo, el GPI resulta un grupo de poder de infiltración con alcances múltiples para establecer instrumentos de control de las estructuras del partido guinda. Esta estrategia es inmejorable, porque aprovecha los vacíos de poder de la alianza morenista, la cual no ha podido sacudirse a los resabios de la vieja guardia en las estructuras del actual gobierno de Julio Menchaca Salazar.
La estrategia de infiltración del GPI inició como un cierre de filas en torno a la figura de cohesión y dirección política de Fayad Meneses, pero paulatinamente y ante la fragilidad de los partidos satélites de Morena, fue ampliando su horizonte y colocando piezas en partidos que no sólo pertenecen a la alianza morenista, donde destaca Movimiento Ciudadano, que se ha convertido en el botín político de partido neutro, sin alianza, que navega con capital político propio.
De este modo, el GPI retoma la lección histórica de la política en México, en la que juega tras bambalinas y mece la cuna sin necesidad de hacerlo en persona. Omar Fayad Meneses construyó su alianza con López Obrador años antes de la debacle del bastión priista y del ascenso de Morena en Hidalgo, la cual se mantiene a pesar de la sombra de la Estafa Siniestra.
La crisis del sistema de partidos del antiguo régimen y la fragilidad de los partidos satélites de la alianza de Morena en Hidalgo explican el ascenso del GPI, que es el lobo matrero de los comicios del 2 de junio.