Cuando recupero en mi memoria a Oscar Wilde se estremecen los sentimientos de la belleza de pensar y, si me es posible, de la belleza de pensar en la humanidad.
Nombre es destino y Ernesto, que es un ingeniero de palabra sencilla y decisión absoluta, hoy me recuerda que la importancia de llamarse Ernesto no radica en la estirpe, sino en el encuentro de la seriedad personal como condición que caracteriza el compromiso social que, por cierto, en nuestros días es una aguja en un pajar, porque el compromiso social suele estar ausente.
La importancia de llamarse Ernesto marca el llamado al compromiso social que en la Inglaterra victoriana caracterizaba el honor y la palabra cierta, aquella que no engaña y que no da la estirpe, sino el compromiso de lealtad hacia la sociedad.
Pensar en nuestros días en Ernesto es poco menos que el orgullo de apreciar la honestidad, la claridad del acto social que no tiene dobles, aquel que pude esgrimir la consecuencia del acto como valor social para dignificar al otro, aquel que no puede defenderse o que no tiene quién lo defienda frente a la infamia de aquellos que creen tener el poder y la razón absoluta.
Conozco a Ernesto, de absoluta vehemencia en el trabajo en la libertad que impone trabajar para servir a los demás sin esperar nada a cambio, ni siquiera la gratitud, que es una de las mayores virtudes a las que podemos aspirar como expresión humana.
En el planeta deberían existir más Ernestos, precursores del compromiso con la verdad y seriedad de la entrega social, para constituir una moral donde la colaboración sea la premisa de hermandad de las sociedades modernas, que se han vuelto sórdidas, espejos dantescos de la individualidad que solo causa dolor.
Me gustaría caminar por una calle cualquiera y ver en la mirada de los demás la mirada de Ernesto, pensar en su vehemencia conductual que desea cambiar a la humanidad con la pasión que otorga el trabajo cierto y digno que quiere Dios.
Es un orgullo conocer a Ernesto y entender la importancia de llamarse Ernesto.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.