El pasado 1 de marzo comenzaron las campañas presidenciales que definirán a la persona que encabezará el Poder Ejecutivo durante los próximos seis años. La importancia de este proceso electoral no sólo recae en la decisión que tomarán los mexicanos y mexicanas, sino que se espera que sea la elección más grande en la historia del país, tanto por la convocatoria, la cual espera a 98.9 millones de votantes, así como por la cantidad de cargos públicos a elegir, que será un total de 20,708 repartidos a nivel federal y local.
Después de haber presenciado un turbulento proceso para designar al candidato de cada partido, en donde vimos irregularidades dentro todas las facciones, se presentan ante nosotros las personas que disputarán la contienda presidencial: Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez. Cada uno de estos personajes presenta un sinfín de propuestas que prometen solucionar los problemas de la nación, y aunque seguramente todos tienen ideas de calidad, la población se interesa cada vez menos en la política del país, muchos jóvenes la ven como un juego que gana quien los divierta más en redes sociales y otras personas sólo votan porque lo consideran una obligación, pero no analizan correctamente su decisión.
Es normal que mucha gente esté cansada, que no le parezca interesante o simplemente no le importe el proceso electoral que se avecina, y no es su culpa, es un problema que se ha enraizado en el colectivo gracias a que la política de nuestro país ha sido dominada por personajes que sólo ven por el bienestar de unos cuantos y que aún se encuentran rondando en busca de más para ellos. Es por eso que hay que manifestarnos, mostrar nuestro descontento con aquello que nos perjudica y hacer cumplir lo que nos ha sido prometido.
Este gobierno inició de manera más limpia, hubo una mayor repartición de la riqueza con apoyos sociales, entre otros aciertos, pero también hay muchas críticas que hacerle, y esto es normal, pues un cambio a profundidad es difícil de lograr en seis años. Sin embargo, el partido en el poder no sigue una lógica coherente en la política de puertas abiertas, pues deja entrar a todos aquellos a quienes prometió combatir, dándoles apertura en favor de la “unidad” del partido.
Por otro lado, es cierto que la coalición conformada por PRI, PAN y PRD no tiene sentido alguno; nos hace pensar que en realidad se trata de una jugada en nombre de mantener el status quo presente en otros sexenios, más que verdaderamente ser una oposición seria que busque un proyecto de nación en favor de los mexicanos y mexicanas.
En este sentido es que, como población, debemos mostrar nuestro descontento, levantarnos ante la injusticia y ejercer nuestro derecho de manera instruida y consciente; la democracia se hizo para que las necesidades de la sociedad sean resueltas a través de personas y organismos que representen al colectivo. Pues bien: hay que hacer cumplir esto.
Si Morena verdaderamente significa un cambio, hay que exigir que los buitres que se han agregado a su proyecto sean removidos; si el partido pierde el rumbo, hay que buscar un cambio de gobierno que esta vez tome en cuenta al pueblo de México y que sea una representación real. Si queremos algo así, necesitamos inmiscuirnos en el tema, porque sólo exigiendo podremos hacer un cambio que repercuta en una mejor calidad de vida y no en los bolsillos de unos cuantos.
Por: Carlos Nander
Estudiante de la disciplina de las Relaciones Internacionales en búsqueda de los posibles efectos que pueden generar dentro de nuestro país. Amante del conocimiento, la historia y el cine.
