Las dos cartas fuertes de Morena Hidalgo en el Senado se unían a los vítores y aplausos de la derrota del monopolio de la justicia del Poder Judicial del antiguo régimen. Simey Olvera y Cuauhtémoc Ochoa que dedicaban la postal de la victoria a Julio Menchaca, eran la imagen del triunfo de Claudia Sheinbaum de ese 2 de junio donde las y los ciudadanos de Hidalgo le habían aportado un millón de votos.
En los entretelones mediáticos, Televisa escondía la derrota con los balbuceos propios de la presión de las élites empresariales que le cantaban las golondrinas a su monopolio de la justicia, pero lo que es peor, a sus privilegios oligárquicos; mientras sus textos servidores rumiaban la derrota en el Senado a título del general Douglas MacArthur: “me voy, pero volveré”.
En seis años del ascenso del gobierno de López Obrador, la batalla por derribar el monopolio de la justicia del Poder Judicial le ha causado uno de los mayores déficits al gobierno en turno, pero los logros en reducción de delitos -pese a seguir dentro de una historia funesta para la ciudadanía- no impidió el ascenso de Claudia Sheinbaum a la Presidencia de la República, lo que advierte que el pueblo está consciente que el problema en la procuración e impartición de justicia no lo construyó el ascenso de la izquierda en México.
Julio Menchaca, en su ascenso como gobernador en Hidalgo, percibió claramente que la procuración de justicia y los equilibrios democrático-sociales debían transitar por una recomposición orgánica del Poder Judicial, y encontró en Santiago Nieto el gendarme custodio de la justicia y la democracia, un actor protagónico que no sólo encauzó las pesquisas de la Estafa Siniestra y la depuración de las redes de corrupción pública, sino que inició una cruzada por la justicia en suelo hidalguense.
Este trazo de recomposición del Poder Judicial marcó una transición en el carácter de mando desde los pronunciamientos del gobernador Menchaca; se trataba en lo profundo de ir a las raíces de un sistema judicial que se había mantenido por décadas siendo juez y parte de una casta política que preservaba sus privilegios, lo mismo en el uso de suelo municipal en la expansión de fraccionamientos a modo, en el uso del aparato de Estado para fabricar programas sociales con fachada pública para proteger intereses particulares o, bien, los cotos de corrupción que destaparon la cloaca de la Estafa Siniestra y las vértebras de la historia oculta del Poder Judicial.
Clave de la historia oculta
La derrota política del 2 de junio y la génesis del complot
Las fuerzas de la derecha PRIAN+PRD y la élite empresarial de la oligarquía nativa, derrotadas y dolidas, impotentes y frustradas, dan inicio la noche del 2 de junio de 2024, a la génesis del complot político que se orquestó en las oficinas de Claudio X. González en sesiones recurrentes que advertía que se estaba en peligro de perder el control del Estado estamental, por lo que todo quedaba en la expectativa de impugnar la derrota en las urnas acusando al gobierno de López Obrador de que había manipulado los comicios desde una “elección de Estado”.
En Hidalgo, las huestes del PRIAN en voz de Carolina Viggiano mantenían la acusación que en la primera semana posterior a los resultados de los comicios se convirtió en la arenga que pretendía rechazar la derrota y maquillar sus estragos políticos y sociales.
Fue en este trazo que López Obrador insistió en terminar su sexenio con la reforma al Poder Judicial que, a su consideración, era el último enclave de poder del antiguo régimen. En esta lógica y con el incremento de representación de Morena en la Cámara de Diputados, todo quedaba a título de “cuentas pendientes”, por lo que la reforma iba con todo.
Los sucesos se precipitaron y frente a la impotencia de la oposición Claudia Sheinbaum declaró: “No hay posibilidad de echar para atrás la reforma, esa fue la decisión del pueblo de México, además nadie tiene por qué preocuparse”. Mientras, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, Rafael Guerra, indicó que: “Los derechos de las personas juzgadoras y de la base trabajadora están a salvo”.
El complot político se precipitó frente a la postura de Claudia Sheinbaum de profundizar las reformas guindas y, en específico, la reforma al Poder Judicial.
Fue en ese escenario donde el empresario Claudio X. González le dio un ultimátum a las fuerzas de la derecha partidista del PRIAN, por lo que las declaraciones (después del zafarrancho de la reelección de Alejandro Moreno y Carolina Viggiano en la dirigencia nacional del PRI) no se hicieron esperar, Moreno y Viggiano llamaron a cerrar filas a la oposición, por lo que los 43 senadores de la vieja guardia (incluido el disidente Manlio Fabio Beltrones) darían un voto en contra a la reforma del Poder judicial.
Sin embargo, el complot político no podía encontrar el eco ciudadano necesario, por lo que las voces de Claudio X. González y de Amparo Casar se dirigieron hacia la Embajada de Estados Unidos en México y al gobierno en Washington. Se trataba, en lo sustantivo, no de frenar la reforma al Poder Judicial, sino de frenar al comunismo mexicano.
En este escenario, la batalla en contra del monopolio de la justicia del Poder Judicial adquirió un matiz internacional y frente a las impertinentes declaraciones del embajador norteamericano, Ken Salazar, y de los pronunciamientos del gobierno de Estados Unidos y Canadá, López Obrador actuó con la enciclopedia política de la soberanía nacional: puso las relaciones diplomáticas en pausa política.
Entretanto, en la mañanera López Obrador era cuestionado por el control chino del agua en Hidalgo, saliendo a flote: “ya Claudia está enterada junto con Julio de este problema”.
