La grandeza de los militantes del PRI Hidalgo

Retóricas van y vienen pero el PRI Hidalgo sucumbe, no se levanta -como advierte Francisco Olvera-, ni puede acometer, al menos no como se encuentra estructurado, no para volver a ser el bastión político en Hidalgo, sino para salvar la dignidad tricolor.

Foto del avatar

Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.

Reducido a su mínima expresión en Hidalgo, el partido tricolor sigue en el letargo y las frustraciones de una base militante que no parece haber entendido la complejidad del escenario político que se aproxima a nivel nacional, en el cual ha quedado a la deriva porque hasta ahora Marco Mendoza no ha expresado cuál es el camino de la reestructuración política que permita restituirle al partido del viejo bastión tricolor el esplendor que tuvo durante nueve décadas en Hidalgo.

Si bien es cierto que el PRI Hidalgo creó una estructura funcional desde el caciquismo y la verticalidad del poder de cúpula, no es menos verdad el hecho contundente de que por décadas formó cuadros que en la narrativa de las reivindicaciones institucionales creyeron en un proyecto político que a la postre mostró lo evidente: era una narrativa.

Empero, la fuerza de la retórica priista y una ideología ambigua que se movía en signos como: revolución, institución y nación calaron hondo en tres generaciones, las cuales se sumaron al trazo de construcción burguesa del Estado, matizado con imágenes populistas de conducción política, donde todos cabían y a donde la revolución haría justicia.

La vida social en Hidalgo giraba en torno al PRI, sus entramados y discusiones eran de los pocos entretelones que le daba vida a una sociedad asimétrica y desigual, que lo mismo desde la Huasteca a la metrópoli Pachuca, experimentaba el control de una institucionalidad que no admitía discusiones de las bases militantes, las cuales jamás fueron deliberantes ni agentes protagonistas de la conducción del partido ni del Estado.

No obstante, en este amargo escenario de la derrota del 2 de junio todavía y con el peso ciego de la ideología priista, la base militante sigue fiel”, parece resistirse a los hechos de la derrota y no atiende a responsabilizar a quienes fueron los agentes de esa derrota, por lo que no se expresa en una arena democrática y queda bajo las inercias del oscurantismo de la cúpula que lo avasalla y a la cual aún rinde pleitesía.

Ya lo reconocía Foucault. La ideología en una estructura de poder es mucho más convincente que los hechos que develan qué es esa estructura, por lo que el PRI, desde las entrañas de su cúpula, parece tener asegurado el control del poder.

En este escenario, la base militante priista no se caracteriza, al menos en Hidalgo, por ser una estructura revolucionaria que impugne el peso de la institucionalidad de su partido que se desmorona, y en la que no existe un proyecto político democrático de reestructuración que haga frente a la erosión que vive y mucho menos vemos a los jóvenes priistas pelear por un espacio en la dirigencia de su partido, no para enriquecerse desde el encargo público, sino para recuperar la visión de ese partido que evocaba a la Revolución Mexicana como patrimonio social.

Retóricas van y vienen pero el PRI Hidalgo sucumbe, no se levanta -como advierte Francisco Olvera-, ni puede acometer, al menos no como se encuentra estructurado, no para volver a ser el bastión político en Hidalgo, sino para salvar la dignidad tricolor.

En las lecciones no aprendidas la cúpula del PRI Hidalgo se mantiene en las sombras, a la deriva, esperando que el viento de la bella airosa limpie el desastre político y el marasmo en el cual se encuentra, sin que ello deje de ser sólo la narrativa de un partido que ha quedado impugnado y en olvido social.

Foto del avatar

Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


ARCHIVADO EN:
, , , , , , , , ,



Foto del avatar

CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.