La foto incómoda

Samuel García, gobernador electo de Nuevo León, se tomó una foto incómoda con el presidente Andrés Manuel López Obrador, ya que le había prometido a su esposa que no lo haría al lado de Benito Juárez. Seguramente le dieron un coscorrón a su regreso de la entrevista que sostuvo en Palacio Nacional, donde estrechó los lazos de cooperación intergubernamental con el jefe del Poder Ejecutivo de la nación.

Pero como diría Alejo Carpentier en su libro Los pasos perdidos: «la sombra nos sigue», pues el hecho de que García haya entablado conversación con López Obrador no implica que se nutra de inteligencia y que su gobierno en Nuevo León vaya a constituir un ejemplo de bonanza y modernidad nunca antes visto, pese a que el próximo gobernador aseguró que Nuevo León está por encima del resto de los estados de la República.

La crudeza de las frases de Samuel García y su constante pérdida de contacto con la realidad tampoco son evidencia de que la cultura política de quienes votaron por él es atinada, pero sí refleja que intuyen que el bienestar económico de las élites del poder en Nuevo León puede significar un efecto de derrama económica al amparo del aparato de Estado, y con ello, llegar a salpicar a los estratos menores de la sociedad.

En términos estrictos, el ascenso de Samuel García a la gubernatura de Nuevo León obedece a una manifestación ideológica, pero no científica, porque ninguna de sus apreciaciones se funda en datos empíricos que puedan evidenciar que la entidad norteña se cocerá aparte de la Federación.

Por ende, el saludo de Judas con López Obrador no significa civilidad y respeto político por parte de Samuel García sino, en todo caso, un pronunciamiento de inercia de protocolos al cual no puede renunciar, cuestión por la cual su mandato no estará, necesariamente, cercano al gobierno federal.

En perspectiva, el ascenso de Samuel García denota que la cultura política de súbdito permea en Nuevo León producto de una aparente derrama económica, que en realidad no es capilar a los sectores de la población que menos tienen y que mantiene desigualdades sociales claras.

«En el país de los ciegos el tuerto es rey», es una máxima de la cultura política que resulta ser más pobre que los pobres que no arriban a la conciencia política en el tránsito del conocimiento y la ideología.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.