Antiguo ejemplo de crecimiento económico vertiginoso, con tasas superiores al 11% en promedio anual, China parece hoy debilitada en medio de la crisis económica internacional. Si bien el crecimiento de su economía y expansión del consumo han sido dos de sus características, también han crecido fuertes desigualdades en la distribución de la riqueza, ha colapsado la tasa de natalidad y el envejecimiento de su población parece convertirse en una amenaza para su desarrollo.
China, la segunda potencia mundial, parece estar enfrentada a serios desafíos y el XX Congreso del Partido Comunista Chino busca soluciones a sus problemas. En el discurso de apertura del evento, Xi Jinping -que busca un tercer mandato- expresó su confianza en la economía de su país, argumentando que, desde su llegada al poder, la economía china no ha dejado de crecer.
Xi Jinping ha logrado el objetivo de duplicar el PIB durante la década de 2010, mientras que la pobreza extrema fue erradicada oficialmente en 2020. Ahora, China puede presumir de haber alcanzado el nivel de los países desarrollados de Occidente en temas como aviación, tecnología espacial y nuclear, comercio electrónico, entre otros; mientras que sigilosamente avanza para convertirse en una gran potencia automotriz.
Sin embargo, el camino de la gloria de China no está exento de dificultades. Ahora está nación se ve enfrentada a frenos estructurales y cíclicos, internos y externos, que se acumularon provocando un crecimiento más lento de su economía, el cual se ha acentuado con mayor fuerza en los últimos dos años. Y es que, si bien en los últimos treinta años, la producción de riqueza en China se ha multiplicado, superando ya al conjunto de países de la zona euro y algunos analistas suponen que pronto superará a los Estados Unidos, los problemas para lograrlo no cesan.
Lejos de los que se piensa, China está muy lejos del socialismo. Desde 1982 abrazó la economía de mercado y entró en la sociedad de consumo. Los datos indican que el gasto del consumo de los hogares, uno de los pilares del crecimiento chino, se ha multiplicado seis veces en quince años, pese a las desigualdades sociales que se han profundizado en la sociedad.
Sin embargo, en medio de las recientes crisis provocadas por la pandemia de covid-19 y la guerra en Ucrania, lentamente la desaceleración del crecimiento chino que comenzó hace diez años se va al alza. Para el año 2022, el objetivo de crecimiento de 5.5% se ha convertido ya en una quimera. En las recientes estimaciones del FMI, se espera solo un aumento del 3.2% para este año, que se convertirá en el peor desempeño en cuarenta años; pero, además, por primera vez en treinta años, su crecimiento caerá por debajo del resto de Asia.
En medio del XX Congreso del Partido Comunista Chino, ha sorprendido que su gobierno haya pospuesto la publicación de cifras sobre su crecimiento trimestral, previstas para ver la luz el martes pasado. Si buscamos, considerando los comentarios de los analistas, entre los factores económicos que han provocado la pérdida de velocidad en el crecimiento de la economía china, se encuentra la política de cero covid, que ha conducido a confinamientos generalizados y selectivos, afectando el consumo de los hogares y la actividad de las empresas; así como las tensiones con Taiwán, que se han agravado desde la invasión rusa a Ucrania, sin obviar la guerra tecnológica impulsada por Estados Unidos.
Aunque la crisis económica internacional actual está afectando a todos los países por igual, está reduciendo la demanda de productos chinos en el mundo.
China tiene frente a sí graves problemas que resolver, como el de natalidad y el envejecimiento de su población. El país pasó de 46.1 nacimientos por cada mil habitantes cuando nació la República Popular China, a 11.2 nacimientos el año pasado; por lo que la población está envejeciendo y la población en edad laboral podría reducirse a la mitad para 2050, según los expertos; en tanto que el país más poblado del mundo, con unos 1.400 millones de personas, podría comenzar su caída demográfica en 2025, según los especialistas.
Con este panorama sombrío del país que se había convertido en la locomotora del crecimiento mundial en los últimos años, se ven nubarrones que afectan las expectativas de la recuperación económica post-covid de muchos países y un camino plagado de dificultades para todos, lo cual, necesariamente, deberá empujarlos a la cooperación internacional y alejarlos de las disputas comerciales, del enfrentamiento y de las guerras comerciales sin sentido.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.