Anotarse en la lista de aspirantes resultó sencillo, respaldarlo con votos ha resultado complejo. Ardua, cansada y lenta es la cruzada para captar el apoyo electrónico de las firmas con credencial de elector que han emprendido los suspirantes. Margarita Zavala y su equipo, Ríos Píter, Manuel Clouthier Carrillo (el hijo del maquío) y hasta Marichuy, la candidata indígena, han expresado su molestia por el inoperante sistema de registro. Resultó poco eficaz la digitalización, cuando siempre había sido un proceso que se sostenía en las viejas tecnologías: papel y pluma, mientras que ahora con una sofisticada aplicación los avances han sido mínimos. El escollo del registro exhibe la debilidad del INE, organismo que no previó el sabotaje de la tecnología contra los contendientes, que deberán acreditar la fortaleza de la candidatura mediante firmas recabadas digitalmente.
Entre los jóvenes que mejor entendieron cómo avanzar en la línea de los independientes destaca Juan Pedro Kumamoto, el joven jalisciense que ya ganó -sin presupuesto del INE- un escaño en el Congreso estatal. Arrojado, pragmático y con la sensibilidad para seducir al segmento de los chavos, Kumamoto ha construido en estos años un poderoso capital y una legitimidad que hoy le permite aspirar a una empresa más ambiciosa: el Senado de la República.
Kumamoto representa una imagen más fresca que los pseudoindependientes (Zavala, Ríos Píter, Ferriz de Con…), pues el joven de 27 años ha recuperado la confianza de los mejores valores de la política: el bien común, la solidaridad, la representación de los que no tienen voz. Es la figura más limpia que genera optimismo entre la desacreditada política mexicana. Así, constituye el arribo de una nueva generación harta de la demagogia, la simulación y la corrupción. Él encarna la esperanza de una nueva corriente de políticos modernos, sometidos al observatorio popular, por ello la fuerza nacional de su campaña. El movimiento pro-independiente, es en realidad la causa de Kumamoto, quien abandera una campaña que en esta segunda etapa busca un puesto de representación popular de mayor envergadura, aunque éste parece ser sólo una etapa intermedia hacia desafíos mayores, lo cual permite presumir que Juan Pedro Kumamoto arrancará su tercera década de vida con la mirada bien puesta en la gubernatura de Jalisco.
A paso lento, pero firme, el modelo Kumamoto puede ser replicado por personajes más puros y con menos pasado que los conocidos presidenciables. Los jóvenes pueden dar una lección de civismo y congruencia y de paso generar un nuevo entusiasmo por una actividad tan desprestigiada como la política.
Fortalezas y debilidades caracterizan a este proceso electoral, y en procesos no presidenciales pueden generarse grandes logros. Ojalá el efecto Kumamoto renueve las oportunidades de los verdaderamente independientes. En ello confiamos.
Por: Mario Ortiz Murillo
Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.