Ricardo Salinas Pliego, dueño de Elektra y TV Azteca, ha hecho un pronunciamiento señalando a la presidenta Claudia Sheinbaum de propinar un golpe de Estado vía el Poder Legislativo con la reforma al Poder Judicial, advirtiendo que se asoma una dictadura, dura, dura, dura en México.
La legislatura federal es clave para garantizar no sólo el clima de transformación de las reformas emprendidas por el gobierno de AMLO y Claudia Sheinbaum, sino para preservar que el sistema político logre articular un proceso de democratización que lo fortalezca en presencia social y compromiso ciudadano.
En los entretelones, Hidalgo vive desde el Congreso local la solución política a la profunda encrucijada que dejaron los resabios sociales del bastión priista que, en el quebranto a la probidad pública y a la inasistencia pública a la ciudadanía, generó un entramado asimétrico en la evolución y el progreso social.
Como prescripción lógica de poder gubernamental, la deuda histórica con la ciudadanía en Hidalgo es directamente proporcional al grado de eficiencia del Poder Legislativo, en armonización a la operatividad de las Rutas de la Transformación del gobierno de Julio Menchaca.
En este trazo, la expansión monopólica en los poderes públicos de Morena advierte que llegó el momento de consolidar su proyecto político. La presidenta Sheinbaum vive un periodo de ascenso donde la fuerza del Poder Ejecutivo es primordial para generar instrumentos y mecanismos constitucionales de la redistribución del poder político en la nación. La reforma de alternancia efectiva en los poderes públicos ha dado un giro de 180º hacia el espíritu antidemocrático que primó en las estructuras gubernamentales del antiguo régimen.
Empero, la fragilidad de la distribución del poder político es uno de los dilemas que debe atender la legislatura federal y las locales. Evitar que esta fragilidad de distribución de poder genere anarquía y desencuentros, gravita en la aplicación técnica de los legisladores para crear leyes de vanguardia ciudadana y con ello reparar el error histórico de la estructura legislativa del antiguo régimen que creó asimetrías sociales y regresionismo de oportunidades ciudadanas.
Las comparecencias de secretarios de la estructura de gobierno de Julio Menchaca ante el Congreso fueron una palpable evidencia que no existen trazos de comunión y asociativismo gubernamental pleno y que el equilibrio de poderes no se articula como premisa inmediata de gobernabilidad. En los hechos, la disputa sobre la reforma al poder judicial en la nación es una prueba empírica de la fragilidad del sistema político en México y no un destello de vitalidad de la democracia.
La extinción de la monarquía sexenal
El sistema político en México no ha perdido el peso histórico del Poder Ejecutivo, lo que ha perdido es el autoritarismo que presentaban las monarquías sexenales del antiguo régimen. En los hechos, el imaginario colectivo tanto nacional como internacional percibe a la elección presidencial en México y el mundo como el evento político de mayor importancia y relevancia en occidente; no sucede así con la renovación del Poder Legislativo y el Poder Judicial. Empero, ello denota la trascendencia del Poder Ejecutivo que subsiste en la conducción de la nación.
La importancia legislativa y el sistema político
El Poder Legislativo genera por su naturaleza la armonización y estabilidad de expectativas sociales porque las leyes emitidas pueden, y en los hechos lo hacen, crear cohesión o desencuentro social, al tiempo que estabilizan las pretensiones y juegos de intereses del sistema político. Una ley regresionista puede ser la punta de lanza para un estallido social; una ley progresista, puede crear nuevos diálogos sociales y apertura de oportunidades.
La interdependencia de los poderes públicos
Dentro de la “teoría de equilibrio de poderes” se ha afianzado la idea de la “autonomía” de los poderes públicos. Si revisamos las entrañas de los resabios políticos del antiguo régimen, se pone de manifiesto que la “autonomía” de poderes niega el hecho de que los poderes no son autónomos en estricto sentido a la soberanía del pueblo; por lo que la interdependencia, es decir, un trazo de comunión política en flexibilidad de interacción, es lo que debe primar en estos momentos de conflicto y beligerancia en el sistema político.
El Poder Legislativo no puede ser antípoda ni ancla del sistema político. Ha llegado el momento de ir más allá de la teoría del equilibrio de poderes para crear una nueva estructura política y democrática en la nación.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.