La lealtad política es el signo inequívoco de que el respeto y preservación de la estructura de partido no se encuentra en duda, y que la democracia representativa tiene en la consecuencia de los actos de quienes abanderan las causas de la ciudadanía el sello de congruencia política como el distintivo de rectitud y honradez que exige esa representación social de la política.
La expulsión de Morena de Humberto Veras Godoy, exrector de la UAEH, era sólo la punta del iceberg de la diáspora política que emana de una sanción de congruencia y lealtad que, ahora, sentencia a todos aquellos que pretenden hacer del encargo público por voluntad ciudadana un juego de intereses y negocios privados como lo ocurrido con la expulsión de los filiados del Grupo Universidad del Partido Morena Hidalgo.
El análisis crítico de la expulsión de militantes de Morena Hidalgo con filiación directa al Grupo Universidad, es la causal del lobby de presión política que mantuvo y mantiene desde el PT/GU y en la estructura burocrática escondida o agazapada sobre la administración del gobierno de alternancia de Julio Menchaca, que ha protagonizado diferentes encontronazos hacia las lógicas de mando y dirección política del 4º Piso en un esquema ampliado, reactivo y beligerante que niega la lectura de armonización y cambio político de la nueva estructura de gobierno y el clima político que debe imperar en Hidalgo.
No bastó que, en la visita de Claudia Sheinbaum a Mineral de la Reforma, en su campaña de proselitismo político de cara a la elección presidencial, se pronunciara por extirpar las arenas políticas que dañaban al partido guinda. Esta fue la declaratoria anticipada de que “quien no está con Morena, no está con el pueblo”, llamado que no pasó desapercibido por el 4º Piso y que, paulatinamente, se sumó a las acciones de reestructuración que debía aplicar Marco Rico al interior de Morena Hidalgo.
La lectura política de este desencuentro permite tender líneas de análisis sobre la vieja máxima de “La Ley de Hierro”, postura clásica en la ciencia política que enuncia que no se puede transgredir la línea de mando superior desde un partido y su clase dirigente en el poder.
La penetración y control del Grupo Universidad sobre el Partido del Trabajo que acabó cercenando la alianza política con Morena Hidalgo es una clara transgresión a la “Ley de Hierro” y un despropósito flagrante a la composición del poder político del gobierno de alternancia de Julio Menchaca. En este trazo, la alternancia política de Morena en Hidalgo no puede caer presa de intereses particulares que juegan en la ambivalencia de la “doble cara”, donde la lealtad está supeditada tras bambalinas a los juegos de estrategias de poder.
El descrédito histórico causado a nivel social por las fuerzas del Grupo Universidad es uno de los remanentes de las prácticas del antiguo régimen que ya no tienen cabida en la estructura del gobierno de alternancia de Morena. Claudia Sheinbaum, en comunión plena con AMLO, conoce el activismo político y no transige con las prácticas amafiadas del poder del antiguo régimen.
La democracia interna partidista (Intra-Party Democracy) en Morena vive el ascenso de nuevas lógicas que echan por tierra la penetración e infiltración del juego de intereses tras bambalinas, condición que ha dejado claro la visita de Luisa Alcalde y Andrés López Beltrán a Hidalgo, donde el encuentro con la dirigencia que encabeza Marco Rico se presentó en un mosaico de protestas que no han sido pasadas por alto por la dirigencia nacional.
La expulsión del Grupo Universidad de Morena es la crónica de una muerte anunciada de que la antidemocracia partidista sólo genera desconfianza ciudadana y despropósito del poder. No es tiempo de caudillos ni mesías, sino de la militancia disciplinada y con conciencia activa, como expresó Gramsci.