El fracaso de la derecha y el control de los poderes públicos en México marca un fenómeno de ascenso de poder orgánico de la izquierda y la reproducción hegemónica de sus bastiones políticos en franco crecimiento, donde el gobierno de Julio Menchaca deberá aprovechar la coyuntura que vive el sistema político que encabeza Morena en la nación.
Retrotraer los alcances del Plan Claudia en el peso político de las reformas del Estado, es el primer paso para entender el peso de la coyuntura política que vive el gobierno de Julio Menchaca en Hidalgo.
Los vasos comunicantes entre Claudia Sheinbaum y Julio Menchaca han situado las coordenadas de las Rutas de la Transformación en Hidalgo que se movilizan hacia tres objetivos contundentes:
I. La permeabilidad política del Plan Claudia
Las evidencias de la estrategia de aproximación del Plan Claudia con las gubernaturas ponen de manifiesto que la realización operativa de los programas y obras sociales se deben politizar en su máxima expresión en un momento inmejorable de control y esplendor político de Morena. En este trazo, la operación de los programas gubernamentales deberá dar el salto cualitativo y refuerzo mayúsculo de asistencia social a la presencia política de Julio Menchaca en Hidalgo.
II. La limpieza del obstruccionismo político
Se demarca desde el Congreso local en Hidalgo la limpieza y depuración del obstruccionismo político que crearon las arenas y presencia de intereses del PT/GU en la bancada legislativa guinda. Andrés Velázquez debe trazar el perfil de un control omnímodo (absoluto) de las comisiones legislativas para fortalecer las Rutas de la Transformación. No obstante, el esquema debe advertir la homogenización política de la presencia y poder de Morena en Hidalgo.
III. El poder transexenal del gobierno de Morena
La ruta política del tercer año del gobierno de Julio Menchaca ya debe perfilar las cartas de actores que deberán engrosar la sucesión del gobernador. En los hechos, la presión política que se presentó sobre personajes del staff de secretarías en los primeros dos años de la administración de Julio Menchaca, profundizó los encontronazos políticos y develaron el juego de intereses ocultos para erosionar y desgastar a los actores que tenían mayor peso político. En este trazo, toda coordenada política de poder atraviesa por este lobby de presión oculta, condición que permite rehacer posturas y proyectos políticos.
La brújula es clara.
La coyuntura política que vive el gobierno de Julio Menchaca no puede causar extravío político.
La vanguardia política debe estar guiada por Andrés Velázquez, haciendo valer la mayoría guinda como poder de conducción legislativa y evaluando la contraofensiva PRIAN-MC+PT/GU.
Se deben situar dos variables fundamentales en el gobierno de Julio Menchaca: consolidación gubernamental y control político transexenal.
Queda abierta la reflexión política de lo alcanzado por el gobierno de Julio Menchaca. En este trazo, sobresale, en lo inmediato, que el trabajo de proximidad ciudadana debe seguir creando horizontalidad en la gestión del gobernador. La participación ciudadana es imprescindible, en ello se han fincado los logros y credibilidad social que priman en la ciudadanía de Hidalgo. En esta atmósfera política no se puede descuidar lo realizado porque las premisas del Plan Claudia son de largo aliento y deben ser construidas en la respuesta y concreción de la tarea pública transexenal.
El tejido social en Hidalgo ha sido presa históricamente de las asimetrías y desigualdades de la casta política que le gobernó. En ello, la erosión social marca el distintivo de gobiernos que se enriquecieron siendo juez y parte de la realidad social, engordando los bolsillos de interés particulares con fachada pública y en contubernio con los poderes públicos para crear emporios privados; cuestión desgarradora, que exige que la coyuntura política que vive el gobierno de Julio Menchaca, restituya la justicia social en sus Rutas de Transformación como el referente transexenal de su gestión.
