La recuperación de más de 100 millones de pesos en las pesquisas de la Estafa Siniestra en Hidalgo son la radiografía política de la malversación pública que condenó al crecimiento sin equidad social que edificó el antiguo régimen, donde la ciudadanía experimentó la exclusión, la farsa democrática y el encumbramiento de una élite política sin escrúpulos, hechos que se ciernen como los efectos primarios de la corrupción estructural en México.
Empero, ¿qué debemos entender por corrupción estructural?, la connotación inmediata a nivel de la ciencia política, perfila una condición sistémica desde las estructuras básicas del Estado -poderes públicos, instituciones formales y reales- que son utilizadas de manera sistemática para pervertir el sistema político y causar control social; por ende, la corrupción se institucionaliza mediante códigos y esquemas de opresión y subordinación burocrática que, como resultado, desvirtúan el ejercicio público.
La Estafa Siniestra es un hecho de corrupción estructural donde de manera sistemática se utilizó al aparato de Estado y sus instituciones para crear malversación pública, con una estructura orgánica y logística operativa para ello, donde se coordinaba la actuación de áreas y servidores públicos que las lideraban para establecer flujo de capitales, que lo mismo tenían objetivos de concentración y acumulación de riqueza personal, que de operación política para reproducir el control político de la casta del antiguo régimen.
En esta atmósfera se entrelazaban o tejían las redes de poder que en cascada ramificaban el desvío de fondos públicos a través de eslabones de una cadena interminable de prebendas, desde las mayúsculas que les permitían a funcionarios públicos amasar grandes fortunas, en el velo de prestanombres de actores públicos y privados -de éstos últimos en la Estafa Siniestra, las pesquisas no han develado sus nexos inmediatos- que “lubricaban la estructura de corrupción”.
La cadena estructural de la corrupción de la Estafa Siniestra se une a una conducta de perversión política que tiene más capítulos y apéndices de los que se pueda narrar, por lo que su ramificación a nivel de la conducta política del antiguo régimen generó una “poliarquía de corrupción”, donde la casta política era juez y parte. ¿Lo de juez y parte no les suena a que el Poder Judicial debe ser escudriñado?
Las pesquisas de la Estafa Siniestra iniciadas por el gendarme custodio, Santiago Nieto Castillo, y extendidas en la labor de Francisco Fernández Hasbún en la administración del gobernador Julio Menchaca, revisten la punta del iceberg de la corrupción estructural en un intrincado rompecabezas donde el trasiego de dinero público y el tráfico de relaciones e influencias es un laberinto.
En esta cadena estructural también existen recovecos y gavetas no abiertas que han quedado de lado por ser consideradas como “cosa menor”. En este trazo, la subordinación burocrática en favores sexuales y conducción orgiástica, neoesclavismo laboral, prebendas territoriales, curules políticas, encargos públicos de herencia familiar, rentabilidad bancaria de fondos públicos e, invariablemente, el uso de la represión legal juegan el epicentro de las vías “no abiertas” de la cadena de corrupción.
El cuestionamiento de forma y fondo de la ciudadanía se cierne sobre ¿hasta dónde continuarán las pesquisas en tiempo y espacio?, la respuesta la ha brindado la presidenta Claudia Sheinbaum con trazos como las pesquisas en Infonavit que, en Hidalgo, también ya engrosa las lógicas de las redes estructurales de la Estafa Siniestra.
La Estafa Siniestra no permite concebir a la corrupción como un “hecho ratón”, es decir, de esa malversación pública “aislada” que se presenta desde la ventanilla o de un policía que detiene a un automovilista, se trata de una columna vertebral que por décadas lubricó de manera sistémica el poder y control de la elite política en Hidalgo.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.