La comprensión ontológica 34

El aire de la mañana levantaba las cortinas de los balcones que daban al canal de Leidsekade, mi primera vista de todos los nublados amaneceres sorprendidos por el sol, los bellísimos atardeceres color ocre, azul y naranja y, más allá metafísicamente de todas las constelaciones, los brillantes anocheceres desde una inspiración que concibió las verdades más intensas en la retrospectiva de mis experiencias en esta extraordinaria ciudad holandesa.

Suspiro.

Me levanto de la cama, voy al baño y, tras mojarme la cara, me miro en el espejo.

Un nuevo amanecer.

Regreso al cuarto, me siento en la silla del escritorio y observo a Juliana durmiendo boca abajo con el pie derecho saliendo levemente del colchón. Su espalda blanca, su cabello castaño repartido perfectamente sobre la almohada y su brazo sobre la voluptuosa cadera dorada de Ariane, su novia. Escribo una breve carta en mi cuaderno, arranco la hoja y la dejo sobre el buró. Beso el pie de Juliana, cargo mi mochila y mi guitarra y camino a la puerta algo cabizbajo mirando mi sombra por la luz de la mañana; tomo la perilla, la giro con sigilo para no hacer ruido y, tras escuchar un sonido proveniente de la cama, volteo y Ariane me está mirando.

—¿No vas a despedirte? —me dice en voz baja.

Niego con la cabeza, sólo levanto la mano y, presa de la ansiedad, salgo del departamento con un sentimiento apoteótico en mi historia espiritual:

El tranvía, su sonido rítmico y sus paradas estacionadas en mi memoria por Prinsengracht, Koningsplein y Spui hasta Centraal Station, donde tomo el tren hacia el aeropuerto de Ámsterdam-Schiphol. Todo el trayecto me mantengo en proceso de mi propio entendimiento. Mi ser consciente y mi conciencia sobre éste. Mi comprensión individual y proyección trascendental. Mi sentir, mi pensar y la relación lógica-poética entre ambas. Mi alma filosóficamente desnudada. Mi presente dialéctico, el pasado y el futuro como integrantes de un mismo movimiento del pensar, del sentir y su síntesis en el estar. El cielo se abre ante mí, ante mis ideas del devenir y ante mi sensibilidad racional-mente incontrolable del ser. Las galaxias me han revelado sus secretos, el cosmos me consuela con sus cantos de interminables luces y el universo entero me guarece, me protege y me ampara contra el destino. El trágico destino. El trágico desenlace. El final que un día llegará, las luces se esconderán y mi oscuridad será total; no obstante, mis dramáticas implicaciones existenciales desaparecen de golpe cuando el tren llega al aeropuerto.

La revisión de mi mochila, la revisión de mis objetos y la revisión corporal con rayos X. Me dirijo a la correspondiente sala de espera, me siento con mi libreta en mano y regreso a mis reflexiones sobre la iluminación del ser. ¿De el ser o de tu ser? De el ser que es mi ser. El ser no es tu ser. Lo es cuando hablo de éste. ¿Y qué, supuestamente, te estarías preguntando cuando preguntas por el ser? Mi ser configurando a el ser, configurándose por mí, por mi ser. Hablas como Juliana. Porque es heideggeriana. Además. ¿Además? El ser es lo que es. Y ahora hablas como Parménides. ¿Y tú? Y tú. ¿Quién eres tú? El ser. ¿El ser? El ser que se pregunta por su propio ser.

En la sala de espera me comí un brownie de hachís, no tenía nada en el estómago y el café americano completó mi desayuno.

Sir, sir…

—Qué! What? Qué.

Your flight, sir.

Abro los ojos por completo, me despabilo rápidamente y, aun con la imagen borrosa, alcanzo a ver que están a punto de cerrar la puerta en la sala de abordaje. Me pongo de pie de un brinco, cargo mi mochila y llego corriendo a toda velocidad. Muestro mi pase de abordar, apenas me dejan pasar y soy el último en subir al avión. Mi lugar está ocupado por un hombre con una prótesis en el brazo, voy a preguntarle si tiene el boleto correcto pero una oportuna azafata se me adelanta y me pide seguirla para colocarme en otro lugar. Se justifica por la situación, me pide mi guitarra para guardarla en el compartimento de la tripulación y la sigo hasta un asiento más adelante, en la ventanilla y sin nadie a mi lado.

If you need something —me dice—, please let me know.

Thanks.

Thank you, sir.

El avión de United Airlines despega con destino al aeropuerto internacional de Washington-Dulles, reclino mi respaldo por completo y, mientras escucho Daddy Issues del grupo The Neighbourhood, el brownie cósmico explota en mi mente recorriendo armoniosamente mi torrente sanguíneo haciéndome regresar a mis últimos recuerdos de antaño…

Ese gran momento, eterno, de recuerdo sagrado cuando tenía diecisiete años.

—¡Dalia!

Dalia volteó, llegué hasta ella y la abracé con todas mis fuerzas.

—Me tengo que ir de la ciudad, en este instante no te lo puedo explicar pero, desde el fondo de mi corazón, lo único que quiero es que vengas conmigo.

—¡Qué!

—¿Vienes conmigo?

—Pero…

—Si quieres escapar de todos tus problemas, este el momento.

Constanza tocaba el claxon como desesperada, tomé la mano de Dalia y atravesamos la calle hasta el auto. Nos subimos.

—¿Quién chingados es ella?

—Es mi novia, se va a ir conmigo.

—¿Somos novios?

—¡Ella no puede irse contigo!

—Si ella no va entonces yo tampoco.

—No me salgas con pendejadas, primo. ¡Ahí viene una patrulla!

—¡Pues ya avanza!

Constanza arranca, se mete entre dos coches y nos dirigimos hacia el sur.

—¿No nos siguen?

—Se metieron en otra calle —dice Dalia.

—¡Y tú quien chingados eres, muchachita!

—¡Soy su novia! ¿Acaso no escuchas bien, ruca?

—¡Cómo me dijiste!

—Cálmate, prima, ya te dije que es mi novia.

—¡Y por qué la traes contigo!

—Está en problemas y sólo conmigo va a estar bien.

—¿Está embarazada? Estás embarazada ¿verdad, escuincla?

—¡No!

—La embarazaste ¿verdad?

—¡No estoy embarazada, pinche ruca!

—¡Deja de decirme “ruca”, chamaca pendeja!

—¡Pendeja tu puta madre!

—¡Oye! —reclama Constanza.

—¡Pues no estoy embarazada!

—¡Entonces por qué la traes contigo!

—¡Porque es mi novia!

—Otra vez con la misma pendejada. ¡Por qué la traes si no está embrazada!

—Oríllate —respondo.

—No me puedo orillar, venimos en el periférico.

—¡Pues salte del periférico!

Se estaciona, apaga el auto y mi prima nos exige una explicación clara, precisa y concreta. Luego de contarle el dilema de Dalia, la sentencia de esclavitud sexual que están a punto de imponerle en su casa y, por consiguiente, el peligro que corre constantemente, Constanza evidentemente comprende y, a pesar de que intenta convencerme de otras soluciones, firmemente me impongo y, considerando el porcentaje que le prometí de la herencia, finalmente logro convencerla.

—¿Y adónde vamos a ir? —me pregunta Dalia y, como respuesta, volteo a ver a Constanza.

—Un lugar cerca de Cuautla.

—¿Por qué Cuautla? —pregunto.

—Es un hotel propiedad de alguien de mucha confianza, de eso no te preocupes.

—¿Un hotel no es algo muy llamativo? —advierte Dalia.

—Aún no está en servicio —aclara molesta Constanza—, ustedes serán los únicos que lo ocupen así que deben de ser muy reservados al respecto. Salgan lo menos posible y, escúchenme bien, únicamente para hacer las compras necesarias. Y nada de desmadres, lo que menos queremos es llamar la atención. ¿Entendieron?

Asentimos, luego de unos momentos de silencio Dalia recarga su cabeza en mí y, poniendo su mano sobre mi mano, me pregunta:

—¿Y por qué te busca la policía?

—Por quemar una escuela —respondo tras una pausa.

—¿Quemaste una escuela? —expresa mirándome a los ojos.

Asiento.

—¡Qué chido!

 

Continúa 35

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".