La comprensión ontológica 13

Ámsterdam, la puerta del alma.

 

13.1   Festival Landjuweel, anochecer.

Ik moet gaan —ella me dice.[i]

—¿En serio? Aún es temprano. ¿No vas a quedarte a ver a Snowapple?

Ik zie je morgen.[ii]

—Pero…

Se despide con un beso en la mejilla y, luego de un suspiro, quedo hipnotizado por su ser durante años, décadas y siglos.

En vergeet je herziene paper niet —dice por último y, sonriendo, se aleja perdiéndose en la oscuridad inicial de la noche en contraste con los colores sumamente brillantes por todas partes.

Y no olvides tu escrito revisado.

Mañana tengo que entregar un tratamiento corregido de mi texto “El peyote de Spinoza” y, honestamente, no lo he corregido nada. ¿Qué vas a hacer? No lo sé, pero… No puedo. De verdad no puedo. Es más, no quiero. No puedo y no quiero. No voy a hacerlo. ¿Y qué vas a entregar a los del taller filosófico? No lo sé, pero…

Comienzo a cavilar las posibilidades para hacer, aunque sea, una breve reescritura para cumplir formalmente con el compromiso académico cuando, por fortuna, inicia el estruendo electrónico de un grupo con vivos fosforescentes. La música increíblemente enciende y, sumamente eufórico, me reintegro alegremente en el ambiente.

 

13.2   Spinoza se puso una pedota y yo me tomé el segundo cuadro de LSD.

Sin materia no hay espíritu.

Después de la muerte no hay nada, me dice. Ni antes de la vida, le digo. Deseo una sociedad libre, me dice. ¡Mira a tu alrededor! En mi tiempo no era libre. ¡Ahora lo es! Pero la religión sigue siendo la representación de la falsedad. La falsedad de todo. De todo lo físico y, más aún, de lo metafísico. La religión es hipocresía. Superstición institucionalizada. La más grande mentira. Porque todo es cuestión de poder. El poder de los sacerdotes reside en la ignorancia de la gente. La controlan con el miedo y la esperanza, i.e., lo inexplicable y, condicionado por su fiel obediencia, el reino de Dios como promesa.

Si la gente pensara por sí misma todos los sacerdotes del mundo desaparecerían.

—Sin cuerpo no hay alma.

 

13.3   ¿Libre albedrío?, me cuestiona Spinoza. ¡Por supuesto!, insisto yo. Son únicamente deseos, me dice. Aún así puedes elegir entre éstos. El libre albedrío es una ilusión. ¿Solamente porque la elección puede estar determinada por un deseo? ¡Es un deseo!, aclara. ¿Qué hay de malo en ello? No es libre albedrío. El deseo es una elección del cuerpo. ¡El cuerpo no hace elecciones! No de la misma manera que la mente pero, de manera por supuesto incontrolable, el cuerpo sí elige y luego la razón lo formaliza lingüísticamente. ¡No! ¡Por qué no! No hay una auténtica elección sino sólo la proyección mental de un deseo causado ad infinitum. ¿A qué llamas “auténtica elección”? A una elección puramente racional.

—¿Y el cuerpo como condición existencial del pensamiento?

 

13.4   Spinoza miraba el reloj en lo alto de la iglesia de Ruigoord, evocando quizá la elegida y racional nostalgia en el abandono de su propia religión. Yo lo alcancé con un carrujo recién encendido, exhalé una gran cantidad de humo y, tras ofrecerle, me negó muy educadamente con la mano. A él sólo le gusta el hachís.

—¿Y tu novia? —me pregunta.

—Es mi amiga.

—¿Ya se fue?

—Simón.

—¿Por qué hablas así?

—Así cómo.

—Con metáforas en vez de las palabras exactas.

—Así hablamos en México.

—¿Todos?

—No como una cuantificación lógica, pero… Sí, aunque no todo el tiempo pero casi todos empleamos palabras que evocan a la palabra, por así decirlo, “exacta”.

Spinoza se queda pensando, me mira y replica:

—¿Por qué “por así decirlo”?

—¿En qué significado de ‘exacto’ estás pensando?

—En el único que hay.

—Pues no, mi chavo. Hay muchos y, como simple ejemplo, intuitivamente la palabra ‘exacto’ no tiene el mismo significado para el contexto del cuerpo que para la instancia del alma. ¿Me explico?

—Por supuesto —responde tras una pausa—, pero no me está gustando.

—¿Por qué? —le pregunto riendo.

—No lo sé.

—Exacto.

 

Continúa 14

[i] Tengo que irme.

[ii] Te veo mañana.

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".