La vacuna contra el covid-19, que ha dejado infinidad de interrogantes e incertidumbre social, se proyecta en su uso gubernamental y abierto de mercado como discriminadora de la salud social, pese a que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la pandemia es de interés público y debe ser contrarrestada desde el gobierno de cada país.
Y es que el mercado y el Estado, en nuestro orden sistémico, están expresamente vinculados y las regulaciones del primero lo hacen ver como el papá del gobierno; es decir, el Estado es el títere y los titiriteros son los dueños del mercado, por lo que la compatibilidad del covid-19 con la vacuna es cuestión de interés de mercado y de rentabilidad de los negocios, no es un asunto de humanidad o de derecho humano a la salud.
Nadie debe ser ingenuo: la salud se compra, es una mercancía que se vende al mejor postor; hemos visto de manera nítida cómo el sector de la salud pública ha disminuido su presencia en el orbe, mientras la salud privada crece de múltiples formas en el servicio y la venta de fármacos, segregando con ello a las personas que no pueden pagar y garantizar la calidad de la atención médica.
El crecimiento de los intereses de los depredadores de la salud, como los laboratorios, los hospitales privados y la propia venta del servicio médico, también devela formas de control social del Estado y del mercado; del Estado porque organiza la producción de los insumos humanos para que los dueños del mercado se nutran de mano calificada profesional, semi-profesional y ordinaria, y del mercado porque genera sus condiciones de pervivencia y reproducción del consumo y sus variantes interconectadas en todo aquello que se produce y se vende.
En todo caso, la muerte misma es parte del control del Estado y el mercado; la muerte es un negocio y tiene su propia cadena de derrama económica, lo hemos comprobado en esta pandemia, pero poco se habla de ello. Sin embargo, es perceptible cómo las agencias funerarias y su sistema de transporte se agolpan en los hospitales públicos y privados para “asistir” a quien lo necesita, claro, siempre y cuando lo pueda pagar.
Por ende, la compatibilidad de covid-19 con los apetitos del mercado propiciará una reestructuración en las formas de dominio social vía el Estado y en la producción del mercado, mientras millones de seres humanos son sacrificados, explotados y utilizados como marionetas del placer orgiástico de las élites del poder.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.