Los tiempos electorales nos abren un camino a la reflexión, nos permiten redescubrir que las cosas nunca cambian en realidad en este lugar, que el camino a la política es siempre pedregoso y lleno de suciedad. Pero lo que este momento de campañas en Hidalgo nos ha demostrado es que nada es más importante que ganar. Unas fotografías íntimas de la candidata a regidora en Actopan, Carlynn Houghton, se hicieron públicas durante este fin de semana.
Lamentablemente, el hecho de que una mujer sea expuesta de esta manera no es nuevo, pero que suceda así en medio de una campaña política resulta arcaico, primitivo. La candidata debió salir a dar explicaciones; su historia es la de muchas mujeres: fue a un bar, le ofrecieron una bebida, despertó desnuda en una casa con el cuerpo moreteado, sin recordar nada, las fotos “se filtraron” y ella perdió su trabajo.
Tiempo después, ese episodio de su vida se hizo público. ¿Para qué? ¿Por qué el cuerpo desnudo de una mujer, que además ha sido violentada, es el recurso político para ensuciar una campaña? Es interesante pensar que aún hay mentes en este país que consideran que eso demerita las capacidades de una candidata, o que ofrecer una imagen tan íntima al electorado es una grandiosa idea para hacer marketing político… y ganar.
Poco se ha hablado de esto, pero durante el actual proceso la violencia política contra las mujeres ha sido una constante. Desde la representatividad, la cuota de género, la forma en que los candidatos hombres llaman a sus colegas mujeres en sus discursos o en los debates, la prensa local y su falta de profesionalización para posicionar un lenguaje que no sea objetivo sino incluyente, son sólo algunos ejemplos del largo camino que tenemos por delante, porque le guste a quien le guste, cada vez habrá más mujeres en la política.
