Dios no juega a los dados y desde el paradigma darwiniano, la evolución es una consecuencia adaptativa de los seres vivos, sus relaciones y sus vínculos con el pluriverso biológico.
La genética humana, empero, ha dado saltos cualitativos para asegurar, desde el poder de la ciencia, nuevas perspectivas que puedan alterar las condiciones biológicas humanas y más allá de estas, lo mismo en el tono de piel, estatura y predisposición a enfermedades; es decir, un laboratorio de reproducción humana ad hoc al mejor postor, porque la ciencia con conciencia está reñida con el financiamiento de la investigación científica.
La calvicie es una condición genética que paulatinamente se ha incrementado producto de las condiciones evolutivas de los seres vivos, humanos y no humanos, recordemos que el orangután es un simio calvo. En nuestra especie el cabello ha sido un signo de belleza en diferentes culturas que suscita escenarios eróticos y en el caso de los hombres, es un signo de virilidad, salud, fuerza y un sinfín de estereotipos que ratifican su importancia.
Lo cierto es que, como nunca antes en la historia de la humanidad, los calvos pululan y a temprana edad, solo que ahora el proceso de la calvicie puede ser revertido quirúrgicamente, claro, para aquellos que pueden pagar y someterse a los tratamientos que se hacen las estrellas de la farándula, del futbol, del modelaje, del mundo empresarial y político.
Son tan delicadas y graves las implicaciones en las relaciones humanas de la calvicie, que un político de Corea del Sur, Lee Jae-myung, del partido demócrata, ha prometido que de ser ganador en las elecciones de marzo, ampliará la cobertura en salud para tratar la calvicie, ya que de cada cinco coreanos, uno es calvo, cuestión que provoca pérdida de autoestima, rechazo social y discriminación.
Para Lee Jae-myung, el voto calvo es seguro, lo cual podría sentar el precedente para que otros políticos en el mundo comiencen su agenda clientelar rescatando a todas las personas que son calvas; después quizá a todas las que son feas y, en ese orden, argumentar que cualquier discriminación que provenga del físico de una persona requerirá ampliar la cobertura médica para atender problemáticas de este tipo.
Quizá el slogan de una campaña política podría ser: “Por una democracia sin calvos”.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.