La caja de Pandora

La extradición de Emilio Lozoya, exdirector de la paraestatal Pemex, abre el debate de rectificar lo hecho hasta ahora en materia de combate a la corrupción y desmitificar la maquinaria institucional que se construyó para tal efecto, como la Secretaría de la Función Pública y el gigante de pies de barro, el Sistema Nacional Anticorrupción.

De facto, lo ocurrido con Emilio Lozoya nos enuncia que de poco o nada sirven los protocolos instaurados para el combate a la corrupción si no existe una determinación efectiva de asegurar el cumplimiento de la ley y garantizar que la institucionalidad sea objeto de escrutinio ciudadano; no confundir ni confundirse con la famélica acción de la ciudadanía en el Sistema Nacional Anticorrupción, que en realidad es una comparsa en los hechos.

El nuevo gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha dado pasos en firme, pero sólo son la punta del iceberg, lo sustantivo es asegurar el ascenso de la sociedad civil como contrapeso real y efectivo en el equilibrio del poder; de lo contrario, seguiremos en actitudes discrecionales de la institucionalidad que por décadas nos ha mostrado que no existen elementos para admitir que el combate a la corrupción es una realidad promisoria.

En esta estela de podredumbre, México sigue siendo uno de los países más corruptos en términos de la administración del Estado y en áreas específicas como el peculado y la administración de justicia, donde el déficit de probidad se ha incrementado a pasos agigantados sin que hasta ahora exista un solo trazo de reestructuración al respecto.

Uno de los compromisos más sensibles y sentidos del actual presidente de la República fue combatir la corrupción y la impunidad, lo cual ha iniciado con vertiginosas actitudes de cambio político-administrativo, pero que aún no podemos evaluar en su justa dimensión porque tendría que verse a través de la tesitura de organismos internacionales evaluadores y de la estabilidad de oportunidades ciudadanas vinculadas a la sanación de corrupción e impunidad.

Con la extradición de Emilio Lozoya no se extingue la corrupción, llegó el momento de que el Estado se limpie de esta anomia que ha debilitado el porvenir de la nación.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.