Es difícil cruzar del intelecto cierto, aquel que revela la injusticia y hace de la ciencia la espada que devela la inequidad humana, para construir un futuro sin mezquindad ni intereses oscuros.
Es verdad: la historia registra, pero no debe usarse para crear titanes de barro como lo ha hecho Enrique Krauze en más de una ocasión, con la pluma conservadora que esgrime desde la posverdad lo que un sector de élite pretende que sean los hechos edificados desde el poder político a la sociedad, para imponer y naturalizar un sistema que ha asegurado las granjerías para unos cuantos y creado una estela de miseria y muerte para la mayoría.
Los diálogos de Krauze hoy pretenden crear la misma estela de podredumbre sobre López Obrador tratando, como lo hace la oposición oscilante en el golpismo sórdido, de tirar un gobierno legítimo sin cuestionar la brutalidad de un régimen que sólo ha causado, durante su historia, estragos en la ciudadanía, que hoy engrosa en la pobreza esa herida histórica de la nación.
Es necesaria la crítica, pero ésta debe estar fundada en hechos que no se manejen al antojo del analista o, bien, en su apetito maniqueo para derribar al contrario como lo hace un alfil a un peón, en asimetría de fuerza y con la ferocidad de lo mordaz; cuando la crítica se hace desde esta ínsula de poder, no hay palabras que rescaten la verdad, todo lo contrario: la posverdad se esgrime causando desacierto y tratando de crear ignorancia social.
Sí, el gobierno de López Obrador no nos ha mostrado la transformación que esperábamos quienes creemos que la realidad debe amparar al que menos tiene, la coyuntura de la realidad interna y externa ha menoscabado esa marcha, pero en todo este laberinto de incertidumbre la postura de probidad no ha cesado, quizá no con toda la fuerza jurídica ni los instrumentos necesarios, pero con la fuerza de un Estado que no habrá de claudicar ante el añejo sistema de privilegios estamentales.
López Obrador abrió la caja de pandora de un Estado podrido y una clase política inoculada por la rapacidad y esto le ha pasado una factura subrepticia donde múltiples fuerzas reales intentan, desesperadamente, acabar con la luz de la verdad, escondiendo sus actos en la posverdad y los cuentos de historias fallidas.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.