Han transcurrido prácticamente dos años del ascenso de Julio Menchaca con un gobierno de alternancia en Hidalgo, y el diseño gubernamental ha sufrido una drástica recomposición para la realidad social.
En este trayecto de gobierno se han trazado diferentes líneas de recomposición estratégica en las estructuras de mandos superiores, medios e inferiores. Estas acciones condensan su atención a casos complejos que se dividieron en dos vectores: alternancia y diseño gubernamental.
Retrotrayendo los primeros pasos del Plan “El Hidalgo que queremos” y la publicación del Plan Estatal de Desarrollo del gobierno de Julio Menchaca, en el cruce de sus acciones, conducen al análisis de un gobierno que ha materializado, mesuradamente, una reorganización del aparato de Estado en el trazo de armonización de los poderes públicos, sufriendo tropiezos políticos y aciertos sociales, donde la obstrucción del antiguo régimen ha pretendido cobrar las facturas de las sombras del poder.
En este ángulo reflexivo no fue el ascenso de la alternancia el primer indicio de que Julio Menchaca crearía una base de sustentación orgánica compleja en la estructura de gobierno para depurar su anquilosamiento y deterioro que venía precedida de gobiernos distantes, lejanos e indolentes que habían manejado el Poder Ejecutivo. La lucha verdadera y extenuante inició en el Poder Judicial: aparecieron los entretelones de la Estafa Siniestra.
Pocos análisis advirtieron que la Estafa Siniestra, en el plano de investigación jurídica del Estado frente a la malversación pública y el peculado, contenía dos mensajes de estructura de transformación: moralidad política y memoria pública.
La moralidad política del gobierno de Julio Menchaca no pasó por alto que la malversación pública y el peculado eran una herida a su pueblo. Comprendió que no se trataba de una cuestión estrictamente de defraudación al erario público, sino del fraude a la dignidad humana de las y los hidalguenses, por lo que las pesquisas de la Estafa Siniestra aparecieron dentro de un marco de probidad y honestidad, donde el gendarme custodio, Santiago Nieto, inició una investigación en el laberinto que le quitó el velo a la injusticia política cometida por personeros públicos y redes de corrupción.
En este trazo, la memoria pública, desde la reorganización del aparato de Estado en el gobierno de Julio Menchaca, comenzó un rediseño desde la Unidad de Planeación y Prospectiva. Al tiempo, la Secretaría de Gobierno apuntalaba las directrices de armonización ciudadana desde la ingeniería de procesos, donde programas sociales, atención ciudadana y, desde luego, las Rutas de la Transformación comenzaban a abrir la escena social develando los resabios en diferentes municipios que había dejado el antiguo régimen. Se trataba, en definitiva, de un momento de proximidad ciudadana insospechada, la ciudadanía en Hidalgo no estaba acostumbrada a ver a su gobernador en la calle, en el barrio, en los poblados y regiones y, mucho menos, trabajando a flor de tierra.
La transición política empezó a tomar rostro y forma. Julio Menchaca asestaba un golpe de moralidad al poder político y reorganizaba al aparato público. El viraje era de 180 grados; en el DIF, la presidenta Edda Vite reorientaba los lastres y resabios de las políticas palaciegas y decorativas de antaño, y construía un apoyo inédito a las familias, mujeres, adultos mayores, adolescentes y niños. En este deambular de reorientación pública se ha presentado la reorientación del gasto público con calidad y calidez.
La proximidad del proceso electoral marcó un acercamiento tanto del presidente López Obrador como de Claudia Sheinbaum. Persistían resabios políticos al interior de Morena como partido en transición (de movimiento político a partido político), por lo que hubo llamados de Claudia Sheinbaum -en gira en Mineral de la Reforma y la Huasteca- al orden del partido guinda de Hidalgo, cuestión que causó pronunciamientos de Marco Rico para dirimir las arenas políticas de cara a la contienda electoral.
El trazo del primer año de Julio Menchaca y el análisis estratégico de su segundo año inserto en la consolidación de la alternancia y el diseño gubernamental, no fue sólo de reorientación administrativa, sino de conducción política. Los pasos de un gobierno centrado en el plan “El Hidalgo que queremos”, tomaban rostro y forma de cambio social a través de las Rutas de la Transformación.
