La existencia precede a la esencia y la esencia se construye socialmente, pero ¿cómo se existe? La liturgia científica denota que es percepción psíquica primaria y, después, superior, por ende, la existencia se entiende y comprende de diversas formas al transcurrir nuestra cronología de vida.
Me encaramo a Sartre y a Beauvoir, los recuerdo desde mis textos de universidad y sigo pensando en el feminismo y la náusea social. Tanto Jean Paul como Simone se erigen grandes, majestuosos desde la crítica de un mundo inconexo y demoburgués, con el panóptico del espía y del miserable, con el poder del absurdo y del infatigable pueblo, desde allí los veo y me inundan.
Tropiezo con los problemas de la existencia y por fin el espíritu de Simone se perfila en la lucha de alguna dimensión de las feministas racionales y analíticas, aquellas que con su transversalidad reivindican esa amarga estela histórica de los abusos encarnizados que desde el Estado se cometen en el control de las mujeres.
Recuerdo con nostalgia la era de la verdad y la lucha ideológica, la libertad era mayor, ahora las redes sociales justicieras de la defecación intelectual lo crucifican todo y a todos; las verdaderas luchas sociales se han perdido y han dado paso a la sórdida posverdad, juicio ralo de la infamia social que pretende ser el patíbulo de la verdad.
¿Qué nos ha sucedido?, ¿por qué queremos volvernos enemigos? Sacudamos la razón y el intelecto, peleemos por las causas justas, pidamos respeto a la diversidad para que exista, aprendamos de las gotas amargas del nazismo y el fascismo, no intentemos imponer la pasión del carnicero sobre la verdad del mendigo.
Lamento ser sólo un ser humano, lamento que las espinas del odio y la maldad hayan querido dañarme, en ello y por ello, he vuelto a sentir la náusea social.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.