La reelección del primer ministro de Japón, Shinzo Abe, conservador, ha abierto la puerta para que se cree un ejército sofisticado y de ataque, todo en el marco de la escalada armamentista que lleva Corea del Norte en estos momentos.
La amarga lección histórica que dejaron las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto de 1945 todavía cala en los huesos y la memoria de los japoneses, ante un desastre que cambió el rumbo de la humanidad y que empoderó a Estados Unidos como la primera potencia del orbe; las escenas de las personas que lograron sobrevivir al ataque nuclear son dantescas y advirtieron al mundo que el poder atómico nos podría extinguir.
El bombardeo atómico a Hiroshima y Nagasaki marcó el control de Estados Unidos sobre Japón, que nunca pudo sobreponerse a la tragedia, pero que enfrentó su destino capitalista con tal vehemencia que en tan sólo tres décadas se convirtió en una potencia de la electrónica y se expandió en diversas industrias, como la automotriz, haciéndole la competencia al más pintado.
Empero, la tutela de Estados Unidos y el horror del desastre atómico en suelo japonés hizo que los nipones no pudieran armar una fuerza bélica para tener un ejército de primer mundo, lo que fincó la diplomacia como único vehículo para contener apetitos de potencias como Estados Unidos o China.
El ascenso de Shinzo Abe marcará un cambio cualitativo, nuevamente Japón tendrá un ejército armado hasta los dientes, y es un país que ya desarrolló energía atómica, aún no aplicada en la construcción de una bomba nuclear, pero con su poder científico-técnico esto no estará lejano.
Japón es enemigo histórico de China y ahora, de Corea del Norte, por lo que estamos por ver desencuentros de todos tipos entre estos países, más la suma de Estados Unidos. ¡Dios nos pille confesados!
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
