Dios sólo consagra a los seres humanos que a su juicio reúnen el carisma del espíritu, los demás no pueden ser considerados como seres sagrados.
En una de las cabronadas más grandes de un “líder espiritual”, el Dalai Lama le pidió a un niño que le “chupara la lengua”, cuestión que es poco menos que una afrenta a la humanidad que haya o podamos conocer y fuera de cualquier credo.
El vocero del Dalai Lama señaló que se trataba de una broma proferida por el “hombre sagrado”, pero los hombres sagrados no agreden a los seres humanos; esta acción es en realidad una felonía que va más allá de cualquier mofa. Quizá podemos los no sagrados enunciar también como una broma que nos causó gracia el apreciar cómo el ejército de China “les pateaba el culo a los monjes tibetanos”, pero para señalar algo así al estilo de broma, habría que tener el cerebro del Dalai Lama.
En nuestros días, encontrar seres humanos que prediquen diferentes credos y sientan respeto y amor por la humanidad parece ser una cualidad poco menos que extraña, lo que apreciamos es un utilitarismo religioso sin precedentes y, por desgracia, una carencia de crítica social hacia los “mesías” de los credos, cuestión que se une de manera funesta a la noción de libertad espiritual que debe permear en la sociedad.
No podemos creer en líderes -espirituales o no- de mantequilla que se derriten en sus veleidades frente a las exigencias de seres humanos ávidos de encontrar la luz de un mundo que no los violente, que se exprese con libertad, tolerancia y respeto a la humanidad.
El Dalai Lama es uno de tantos sujetos sociales y considerarlo como sagrado frente a sus posturas es poco menos que renunciar a la espiritualidad a la que todos tenemos derecho. Nadie, sacro o no, puede regocijarse con la represión que han sufrido los tibetanos, pero tampoco podemos obviar que cuando se cometen actos oprobiosos como el cometido por el Dalai Lama, las consideraciones teológicas se diluyen.
Construir una humanidad libre de violencia es la primera huella que recupera la búsqueda de Dios, por lo que, religiosos o no, crear un mundo social donde todos seamos respetados es un imperativo que no enuncia en este tiempo el Dalai Lama.
Consultoría política: [email protected]. Suscríbete a mi canal de YouTube: “Ciudadanía de Kristal”.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.