La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) reunió a cerca de 130 países en París para buscar un acuerdo que redefina las normas fiscales internacionales y sea posible hacer frente a la evasión fiscal de las grandes empresas, de lo que se encargarán los ministros de finanzas, funcionarios del Tesoro y otros asesores.
En enero pasado, numerosos países se comprometieron a avanzar en el tema y será el 8 y 9 de junio cuando el documento se presente a los ministros de finanzas del G20, que se reunirán en Fukuoka, Japón, así como a sus contrapartes del G7 los días 17 y 18 de julio en Chantilly, Francia.
El sistema tributario internacional se ha convertido en una prioridad para muchos países. Se trata de un tema complicado del que grandes empresas han estado sacando ventaja, por lo que las propuestas de normas fiscales se basan en dos pilares: el primero hace referencia a las nuevas reglas de las propias empresas; el segundo, a la competencia fiscal de los diferentes países, al proponer la introducción de una tasa impositiva corporativa mínima a nivel global, algo que parece atractivo para evitar que las empresas salten de un país a otro para evitar la fiscalización y evadan impuestos.
Actualmente, gracias a los avances de la tecnología digital y los mercados electrónicos, las empresas tienen por casa matriz el planeta, ya no necesitan estar físicamente presentes en un territorio para ofrecer sus servicios o productos, basta de que dispongan de portales dinámicos en diferentes idiomas para acceder a un enorme mercado de consumidores, algo inimaginable hace 30 años. Por ello, se ha vuelto imprescindible revisar los vínculos fiscales, los nexos entre las empresas y la administración tributaria encargada de imponer y recabar impuestos.
Los cuestionamientos de los especialistas y responsables de las tributaciones en los países versan sobre una pregunta: ¿es necesario que cada país grave la facturación realizada en su territorio por las empresas?, ¿debemos reasignar los beneficios de una empresa entre los países donde opera, de acuerdo con una clave de distribución que se defina?, ¿deberíamos adaptar el marco fiscal a los gigantes digitales o ampliar el alcance a todas las multinacionales?, ¿se debería gravar sólo en el lugar donde se consumen los servicios o productos? Eso es lo que debaten hoy los ministros de finanzas.
No hay acuerdos, pero se sabe que los aliados de Estados Unidos, junto con China, apuestan por una amplia tributación sobre el lugar de consumo; no obstante, el Reino Unido aboga por que se adopte un marco fiscal sólo para GAFA (acrónimo utilizado para hacer referencia a las cuatro grandes compañías tecnológicas: Google, Amazon, Facebook y Apple); mientras que los países en desarrollo, como México, liderados por la India, quieren que la distribución de las ganancias de las multinacionales se realice con reglas simples y equitativas; y países como Francia han dado el paso para imponer impuestos sobre la facturación de los gigantes digitales, dejando claro que cobrarán impuestos si se llega a un acuerdo internacional, a la vez, trabaja con Alemania para introducir una tasa impositiva mínima a las multinacionales.
Nada está claro, los detalles técnicos quedan por definirse, pero en este debate todos están de acuerdo en que cada país siempre tendrá la posibilidad de introducir una tasa impositiva inferior a la mínima prevista, según lo señalado en los medios internacionales. Por lo tanto, corresponderá al país de residencia de la empresa matriz deducir la diferencia entre la tasa pagada en el país de baja tributación y la tasa mínima; sin embargo, nada está dicho, a partir del miércoles por la noche comienza la carrera para llegar a un acuerdo a finales de este año y aplicarlo en 2020.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.