Los juegos mortales han sido llevados a la pantalla grande desde “El juego”, de David Fincher, hasta exitosas sagas como “Saw” y “Los juegos del hambre”.
Ese es el tema de “60 minutos para morir”, séptimo filme de Will Wernick, que se basa en un guión de Noah Dorsey, el cual narra la historia de Tyler (Evan Williams), un exitoso yuppie que celebra su cumpleaños 31 en compañía de sus amigos. Como ya lo tiene todo, su novia, Christen (Elisabeth Hower) les compra invitaciones de mil dólares cada una para un cuarto de escape; muy alegres por la champaña ingerida, deciden aceptar el reto, suben a un camión en el que son narcotizados, despiertan en cuartos separados en parejas y deberán encontrar una pista que les permita salir del lugar.
Tyler hace gala de su inteligencia resolviendo acertijos que les permiten encontrar una llave y salir del cuarto con la ayuda de su antigua pareja, Natasha (Annabelle Sthepenson), que todavía tiene sentimientos por él. Para su sorpresa, al no resolver acertadamente uno de esos acertijos, ve cómo su hermana y su novio mueren víctimas de un ácido, es entonces que descubren a Christen desnuda y enjaulada, con un reloj en el que se advierte que le queda menos de una hora de vida. ¿Podrán rescatarla sus amigos?
Para que este tipo de películas funcione, hace falta un villano temible como el de “Saw”, el sádico organizador del juego siniestro que apenas aparece al final de la cinta y nunca lo vemos, ni conocemos sus móviles.
Escape room resulta un modesto filme de horror que mantendrá el interés de los espectadores durante sus 81 minutos, pese a que no hay nombres conocidos en su reparto.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.
