El pronunciamiento del gobernador Julio Menchaca de la creación del Plan Hidalgo en consonancia con el Plan México se presenta en el péndulo de una semana negra en la guerra de los aranceles que, desde el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, ya puso en advertencia el posible uso de aranceles recíprocos de México sobre productos norteamericanos que no se encuentren contemplados en el T-MEC.
La guerra de los aranceles desatada por Donald Trump ya tuvo respuesta del gigante chino que enunció un arancel del 35% sobre los productos norteamericanos, al tiempo que se dio a la tarea de incursionar en nuevos mercados, disminuyendo el precio de productos como automóviles chinos, que ya son ampliamente apetecidos en los mercados internacionales y, que, en Hidalgo, cuentan con diversas distribuidoras.
Sin embargo, la oscilación de las bolsas de valores en el planeta, en la semana negra de la guerra de los aranceles, ha causado que el gobierno de Julio Menchaca haya puesto el Plan Hidalgo, plataforma de blindaje económico y con prospectiva de fortalecimiento del mercado interno y de las vocaciones regionales. En este trazo de reconfiguración económica, la diversificación productiva y la gestión financiera del gobernador Julio Menchaca ha estado acompañada de las estrategias propuestas por la Unidad de Planeación y Prospectiva, que lidera Miguel Tello, así como el apuntalamiento de la Secretaría de Desarrollo Económico, que encabeza Carlos Henkel, que ha hecho partícipe no sólo el incremento de la inversión directa, sino el aumento de los empleos en este primer trimestre del año.
La encrucijada de la guerra de los aranceles no puede ser vista exclusivamente como un fenómeno delicado a nivel de la estabilidad económica de México. Ya la casta política del antiguo régimen, con los colmillos abiertos, ha empezado a destilar que el manejo de los aranceles es una torpeza del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum y, pese a que la guerra es mundial por parte de Estados Unidos, no han faltado los pronunciamientos en el Senado que pretenden iniciar un proceso de cuestionamientos y distribución de culpabilidad hacia las filas del gobierno morenista.
El relato de la culpa y los culpables por parte del PRIAN en México y en Hidalgo no se ha hecho esperar. Ello, debido a que a falta de proyecto político de la derecha, instaurar la inquisición política es mucho más redituable que actuar con el intelecto de conducción de poder, por lo que es de esperarse que la oleada de acusaciones al gobierno de Sheinbaum y Menchaca tarden menos que perro con pulgas.
No obstante, la respuesta acelerada del Plan México y el Plan Hidalgo se ha presentado no sólo como contención económica del tsunami arancelario, sino como esquema ampliado de preservación política a la que ya nos tiene acostumbrado el ajedrez de Morena.
El análisis crítico sostiene que los factores que han permitido esta guerra de aranceles se deben al amedrentamiento político de Estados Unidos sobre las economías emergentes, pero al tiempo y con mayor peso, se yergue sobre las potencias capitalistas que le pueden hacer sombra y peso a la economía y pretensiones norteamericanas. El impacto de la guerra desatada por el gobierno de Washington ha sido de tal magnitud que la Unión Europea se doblegó como niño en el parque por un helado; pronunciándose por crear aranceles tasa cero a los productos norteamericanos.
Pero no quitemos el dedo del fonógrafo ni las garrapatas al perro.
La derecha se encuentra aprovechando este impasse económico de turbulencia política para tratar de salvar lo poquito que le queda y ver si obtiene la raja política para incomodar al gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum en un momento donde debería ser lo contrario. Se esperaría que las fuerzas de la oposición cerraran filas con Morena para, en un escenario de nacionalismo político, se crearan los mecanismos de contención nacional sobre la agresión norteamericana a México.
Sin embargo, nada debe sorprendernos. En el Senado, la vocera de la derecha, Lilly Téllez, en cuanto le sueltan el micrófono acusa al gobierno de la presidenta Sheinbaum Pardo de “narcogobierno”, de “narcoestado”, “corrupto” y un sinfín de adjetivos pusilánimes a los que ya no despeinan ni ahuyentan las pulgas de ningún perro flaco.
Es un momento político donde el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum deberá actuar con firmeza, inteligencia y con la amplitud de las negociaciones con el gobierno de Washington, que han calmado los ánimos políticos e iracundos de Donald Trump.
