Hidalgo en la doble ruptura del sistema político

El primer quiebre político se presentó en el activismo y conquista social del ascenso de la izquierda obradorista, mientras que el segundo quiebre lo constituyó, sin duda, la operación política de reivindicación de los sectores desposeídos de la población y los sectores históricamente excluidos y negados por las fuerzas políticas del antiguo régimen.

Después de la adhesión política de las fuerzas de la oposición en la LXVI Legislatura del Congreso de Hidalgo al gobierno de Julio Menchaca frente a su crisis de representatividad democrática, queda para el análisis la doble ruptura del sistema político que ha sufrido el antiguo régimen y la lectura expresa de una democracia que fue desconfigurada frente a la exclusión ciudadana.

 

El sistema político construido por las fuerzas de la derecha del antiguo régimen se articuló para concertar el poder desde las estructuras gubernamentales y su partido hegemónico pragmático PRI, creando la desconfiguración de la democracia y utilizando una maquinaria estatal que lo mismo controlaba a la clase política que a la fuerza sindical de la nación, al tiempo que excluía a la sociedad civil de la deliberación política y pública.

 

La estructura gubernamental del antiguo régimen entorpeció y obstruyó a la democracia y su vitalidad, porque creó un régimen corporativista en detrimento de la fuerza ciudadana. Ese México de las grandes corporaciones dio lugar a una segmentación y control social sin precedentes en casi todo el continente. Se había construido una Monarquía Sexenal excluyendo y despolitizando a la ciudadanía.

 

El Contrato Social se instrumentó, entonces, para que la maquinaria electoral concentrara el poder político. La construcción de las candidaturas y escaños plurinominales o de representación proporcional fueron el maquillaje de la pantomima política que nuevamente excluía a la voluntad ciudadana de la representación democrática de la nación.

 

La doble ruptura del sistema político

 

El primer quiebre político se presentó en el activismo y conquista social del ascenso de la izquierda obradorista, que no fue aleatorio. Es producto de una lucha histórica antisistémica que creó un proyecto alternativo democrático que se vitalizó frente a un sistema político vetusto, excluyente y antidemocrático. AMLO insistió en el hecho de la mafia del poder, develando a vox populi que el país no podría resarcir los daños de la exclusión democrática de la ciudadanía, mientras el tejido social permitiera el control vertical del poder gubernamental y la desconfiguración de la democracia como régimen político del pueblo.

 

En los entretelones, el activismo de AMLO fue minimizado por las fuerzas de la derecha, pero las urnas y el voto ciudadano hablaron en su favor.

 

En seis años, López Obrador creó los cimientos de las reformas estructurales antisistémicas que son el piso firme de las fuerzas de izquierda y del gobierno de Claudia Sheinbaum, que en el Plan Claudia revitalizó y profundizó los cambios de la 4T, los cuales abren capítulos proclives a la reorientación y reorganización del sistema político con las nuevas reformas emprendidas.

 

El segundo quiebre del sistema político lo constituyó, sin duda, la operación política de reivindicación de los sectores desposeídos de la población y los sectores históricamente excluidos y negados por las fuerzas políticas del antiguo régimen, lo que permite hacer una evaluación crítica del expansionismo político de Morena en Hidalgo y la nación frente a la debacle de la derecha.

 

La doble ruptura del sistema político del antiguo régimen bosqueja a plenitud la crisis de representatividad del Prianato y las expresiones partidistas satélite, cuyo desplome político orgánico hoy asume el consenso tácito de la ciudadanía sobre que volver al pasado es retornar a la exclusión política y a la democracia desconfigurada en la nación.


ARCHIVADO EN:
, , , , , , ,