Harvey o la virtud de los locos

Mi cerebro va a explotar por un dilema moral

 

¿Qué es la locura? ¿Qué significa estar loco? ¿Cuál es su límite de demarcación con respecto a la cordura? ¿Y qué significa estar cuerdo? La primer pregunta puede contestarse con una definición, pero ésta tendría que superar cualquier contraejemplo. ¿Puede una definición atrapar todos los usos de un concepto? Wittgenstein, con sus observaciones sobre el funcionamiento del lenguaje, demuestra que no. La segunda pregunta puede caracterizarse con ejemplos, empero, la totalidad de éstos no plantean un único significado sino diversas formas no necesariamente homogéneas, e.g., no es lo mismo decir que alguien está loco por regalar besos que por regalar dinero. No hay la locura sino las locuras. La tercer pregunta sólo puede contestarse a partir de las anteriores y nos descubrimos en un atolladero, no obstante, la cuarta pregunta puede establecer, en el desarrollo de cualquier respuesta, los criterios que aplicamos para determinar si alguien está o no está loco. Partimos de un prejuicio y consideramos loco a todo aquel que se comporte de dicha manera o de manera discordante con nuestro concepto de cordura. Esto es lo que muestra la obra Harvey a través de los intereses y debilidades de aquellos que se consideran cuerdos.

Un hombre agradable, considerado y sentimental pone nerviosa, y en aprietos sociales, a su hermana. La razón, una alucinación. El hombre tiene un amigo imaginario, una especie de conejo con cuerpo humano. La hermana es ambiciosa, en razones y formas, muchísimas tentaciones y la explosión de la avaricia a la orden del día. Ella quiere más y decide internar a su hermano en un sanatorio mental, empero, luego de diversas confusiones y revelaciones de la verdadera personalidad de algunos personajes, la naturaleza misma de la relación resuelve que la cordura reside en todo aquello que su hermano carece. ¿Y de qué carece? De codicia, cinismo e hipocresía.

El hombre sigue alucinando y la hermana tolerando, valorando, redimensionando la locura. La cordura como conciencia, socialmente pragmática. Recuperar la cordura significa recuperar cierta falsedad, el cálculo de las acciones y la ambigüedad de las intenciones. La verdad, muestra la obra, no es racional.

El trabajo escénico es dinámico y la historia fluye en un ascenso inesperado, la adaptación fársica se refleja en el carácter lúdico de la expresión y la propuesta libre del texto, así como la ligereza como sentido actitudinal, la racionalidad formal como obstáculo y los sentimientos como trascendencia. Todo ello caracteriza a la puesta en escena de Tirantes Producciones, compañía con cinco años de trayectoria y conformada por alumnos egresados de Casa Azul. Han presentado también Ojos abiertos, Cenicienta Love y SOS, entre otras. La representación de la realidad como un espejo entre lo ético y lo estético y su equivalencia ontológica.

*          *          *

 

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".