Se estrenó en la Cineteca Nacional la espléndida ópera prima de Elie Grappe, Olga, que adquiere mayor relevancia por la actualidad de su temática.
De acuerdo con el guion del propio realizador y de Raphaelle Desplechin, Olga (Anastasia Budiashkina) es una talentosa gimnasta ucraniana de 15 años que vive en la incertidumbre, pues su madre es una periodista amenazada por el régimen del presidente Viktor Yanukovich, en 2013, cuando el dictador reprimió a la población que buscaba integrarse a la Unión Europea.
El sueño de Olga es participar en el campeonato europeo y, posteriormente, en los Juegos Olímpicos. Como su padre era suizo, Olga puede adoptar esa nacionalidad, aunque para ello deba olvidar sus orígenes ucranianos, algo que se antoja muy difícil, sobre todo cuando ve a su madre y a sus amigas, como Sasha (Sabrina Rubtsova), comprometerse con la revolución y sufrir por ello sangrientas represiones.
La revolución ucraniana que terminó con el autócrata ha sido retratada en cintas como Maidan, de Serguei Loznitsa, pero Grappe la combina con una trama deportiva, que recuerda a sufridas atletas como Nadia Comaneci.
Aunque Olga parece tener un final esperanzador, lo cierto es que la libertad está aún lejana para este pueblo mártir.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.