En torno al problema de los migrantes y refugiados en el planeta, el Papa Francisco declaró: “Las guerras afectan sólo a algunas regiones del mundo; sin embargo, la fabricación de armas y su venta se lleva a cabo en otras regiones que luego no quieren hacerse cargo de los refugiados que dichos conflictos generan”.
La declaración del Pontífice fue ambigua y no fue claro al precisar si lo que le preocupa es que los países que fabrican armas no se preocupan ante los conflictos que promueven de los migrantes y refugiados desplazados, si el problema es la proliferación de armas como impugnación a lo aberrante que es esto, si el problema estriba en las guerras como condición cruenta de la humanidad, o si el problema gira en torno a la migración vista como un macro-problema mundial.
La ambigüedad de las palabras del Papa ya causó estupor a nivel mundial, las críticas no se han hecho esperar porque la declaración debió ser contundente y concreta; señalar que tanto los países como los fabricantes de armas que crean guerras deberían cambiar y transitar hacia la pacificación del planeta y no usufructuar de una industria de la muerte, habría sido significativo viniendo del Papa.
Sin embargo, los migrantes y refugiados y sus países, en el caso de los que experimentan guerras civiles, están en indefensión y vivimos una crisis humanitaria a nivel internacional, cuestión que no ha tenido una respuesta de la ONU que permita pensar que migrantes y refugiados encontraran el amparo de los organismos internacionales y que sus derechos humanos serán respetados.
Resulta dantesco lo ocurrido con los migrantes, pero a nadie parece importar lo que suceda con ellos, son una alegoría más de los pueblos pobres, que sólo justifican discursos y retóricas en los corrillos políticos, como lo han hecho tantas cosas en la historia de la humanidad. México conoce en carne propia el problema de migrantes y refugiados y nada indica que llegará una solución en un futuro próximo.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
