Mientras las economías de América Latina, el Caribe, África y Asia enfrentan un resurgimiento del virus que amenaza con frustrar una pronta recuperación por el aumento del número de personas que se hunden en la pobreza, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado sus pronósticos de crecimiento regional para 2021, mientras pone el grito en el cielo en busca de mayores recursos para enfrentar la crisis económica ocasionada por la pandemia.
En 2006 se hablaba de la desaparición del FMI, y catorce años después se encienden las alarmas. En aquél entonces se especulaba sobre los enormes recursos acumulados en los países emergentes y de las ambiciones de los países ricos de acceder a ellos al facilitar el acceso a su directorio de países como China y Brasil; hoy, en medio de una crisis económica y financiera provocada por la pandemia, de nuevo se pone sobre la mesa la quiebra de esta banca multilateral de desarrollo.
Pero en 2006 no solo se cuestionaba la supervivencia del FMI, sino también de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), tema que nadie ha abordado ahora. El grupo de los siete (G7) ha puesto en su agenda el rescate del FMI en su reunión con los ministros de finanzas, y propusieron un aumento de capital por más de 500 mil millones de dólares, el doble de lo aportado en 2009, todo bajo la excusa de siempre: la deuda de los países pobres y tasa de impuestos a los gigantes digitales (GAFA).
Pero la propuesta de robustecer al FMI no es fortuita, la explicación se enlaza con la propuesta de garantizar la recuperación económica global, frente a la crisis económica desatada por la pandemia. En la videoconferencia de los ministros de Hacienda del G7, presidida por el Reino Unido con el apoyo de Francia e Italia, la directora gerente del Fondo, Kristalina Georgieva, expuso la idea de hacer una nueva asignación general de Derechos Especiales de Giro (DEG) entre los miembros del Fondo, lo cual equivale a incrementar los recursos propios de la institución a través de la creación monetaria vía los DEG, que es la unidad monetaria del FMI.
Con ello, cada país miembro del Fondo podría disponer de mayores recursos mediante el acceso a los DEG, que les otorga el beneficio de pagar tasas de interés muy bajas por los préstamos del FMI. Aunque esta idea se llevará a la Cumbre del Grupo de los 20 (G20), donde participa México, por ahora se habla de un aumento de los DEG superior a los 500 mil millones de dólares, el doble que en 2009, cuando el mundo capitalista se vio obligado a hacer frente a la crisis de los “subprimes”, los créditos basura especulativos que trastornaron al sistema financiero de Estados Unidos y del planeta.
Ahora, los que defienden la idea de incrementar los recursos del Fondo explican que con poco más de 500 mil millones de dólares, los países pobres podrían endeudarse hasta con 18 mil millones de dólares, el equivalente a lo que han recibido en fondos de emergencia del FMI desde el inicio de la crisis por el covid-19, monto que bien podría incrementarse si los países ricos que no usan sus propios DEG se los prestan a estos países para ayudarlos a hacer frente a los retos de la pandemia.
Finalmente, ese es un tema que abrirá la agenda de la próxima reunión de ministros de finanzas del G20, a efectuarse el 26 de febrero. Estas discusiones previas a la reunión de primavera del Banco Mundial, del FMI y del G20 seguramente afinarán la propuesta y conciliarán los intereses de los países miembros, aun cuando incrementen el endeudamiento de los países, volviendo a las discusiones de los años setenta entre países ricos y países pobres endeudados, que terminaron con la crisis de la deuda detonada por México en 1982.
Pero otro elemento que se sigue discutiendo es la fiscalización del comercio electrónico, el cual ha crecido en medio de la pandemia. Impuestos de GAFA sigue estando en la mesa de discusiones de países ricos y emergentes, por lo que los ministros de finanzas buscarán recursos donde los haya para reactivar sus economías azotadas por el covid-19, coordinarán sus acciones para asegurar que las grandes empresas trasnacionales, que están al frente del comercio electrónico, hagan su aportación a la recuperación económica.
No debemos olvidar que no se trata solo de países pobres endeudados, pues en 2010 quedó al descubierto la fragilidad de muchos países desarrollados cuando se declaró la crisis de la deuda soberana en países como Grecia, Portugal e Irlanda, entre otros. De aquí que, si bien el debate se centrará en la gestión del endeudamiento de los países pobres, no deberán obviar la situación de muchos países desarrollados con deudas que superan el 50% de su PIB, como México, por ejemplo, por lo que seguramente volveremos a escuchar de la moratoria a la deuda y la condonación de ésta.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.