La pugna que ha iniciado la máxima casa de estudios de Hidalgo en defensa de su “autonomía” contra el gobierno estatal no es otra cosa que el deseo, muy al estilo de la FEUH, de politizar un tema en el que las garzas no tienen la razón.
Es por todos sabido que Gerardo Sosa Castelán se encuentra temeroso de los resultados que pueda arrojar la revisión de las finanzas universitarias que él dirige desde el Patronato, donde ha logrado apropiarse de una institución pública dedicada a brindar una oferta educativa.
El antes todopoderoso Sosa Castelán no logró calcular los alcances que tendría su discurso agresivo en el estudiantado, que en esta ocasión no permitió ser manipulado y contestó estoicamente con un #FueraSosaDeMiUniversidad, protesta que dibuja la inconformidad existente al interior de la UAEH y que pocas veces ha tenido tantos reflectores como en este momento de apertura a los medios de comunicación.
Derivado de ello, se infiere que el pasado de Sosa Castelán como porro de la UAEH dejó bien grabados en la memoria colectiva los delitos cometidos por su grupo de amigos, que van desde violaciones, homicidios, robos, golpizas y desfalcos –parece que la época de mayor inseguridad en el estado fue cuando el grupo universitario se sentía empoderado-.
Actualmente la información que fluye a través de las redes sociales ha logrado que los grupos universitarios se mantengan al tanto y sean menos proclives a la manipulación y chantaje para salir a protestar por los intereses políticos de unos cuantos, hecho que por fin logra abrir la posibilidad de un golpe político fulminante a Sosa Castelán con su salida de la UAEH, a petición de aquellos a los que creía sometidos.
La iniciativa del Congreso local, que busca crear un Órgano de Control Interno en la UAEH para transparentar sus finanzas obtenidas del erario público, sin intervenir de ninguna forma en su manejo directivo, ha causado tal escozor en Gerardo Sosa que teme ver disminuido su poder económico, el cual le permitía invertir en partidos políticos, candidatos y desvíos, todo por igual.
Sin dinero ni apoyo de los estudiantes, el líder del Patronato Universitario tiene dos pies afuera de la Ciudad del Conocimiento, lo que hace pensar en su pronta salida también de Hidalgo por miedo a lo que se pueda encontrar en una revisión al manejo financiero. Esto lleva a preguntar: ¿quién quedará al frente de la UAEH?
Diversos nombres podrían barajarse, pero comenzaremos con algunos de los principales, pues estamos seguros que en cuanto estas líneas salgan a la luz, otras opciones brotarán de forma natural.
PABLO VARGAS GONZÁLEZ
Es un catedrático universitario que se ha distinguido por tener un papel activo en la sociedad crítica hidalguense, además, tiene experiencia y conocimiento del manejo directivo y lograría dar un giro al rumbo de la UAEH, sobre todo en materia de transparencia.
Algunas de sus formas radicales podrían pesar para mantener el equilibrio con la salida de Gerardo Sosa, que seguramente buscará desestabilizar más de un rubro.
RAÚL ARROYO GONZÁLEZ
Posee un alto perfil académico y una trayectoria que va desde los temas jurídico-electorales, derechos humanos, seguridad e historia. Es uno de los perfiles con mayor capacidad para dirigir el timón universitario en un momento tan delicado que definirá la siguiente etapa del instituto público.
Su distanciamiento con Gerardo Sosa es bien sabido en Hidalgo, lo que le daría un plus para orquestar la limpieza universitaria de la corrupción gestada décadas atrás y la garantía de poner a trabajar a más de un sindicalizado o enquistado.
ADOLFO PONTIGO LOYOLA
En su papel de rector juega un papel preponderante al frente de la UAEH y conserva lazos con la administración estatal, por lo que podría servir como intermediario en la transformación universitaria. Sería el factor más estabilizador a la salida de Sosa Castelán, papel avalado por su trayectoria universitaria.
Podría permanecer al frente de la casa de estudios, sosteniendo el control político para generar formas más democráticas de sortear rectores y otros puestos directivos que finalmente desembocarían en transparencia y calidad educativa.
HUMBERTO VERAS GODOY
El exrector ya ha probado su capacidad para llevar las riendas universitarias, lo que le permitiría sostener el control en caso de una eventual crisis.
De perfil político, administrativo y académico probado, podría ser la carta perfecta para entablar negociaciones que permitan a la máxima casa de estudios una evolución necesaria desde hace décadas.
Estos dos últimos personajes, Adolfo y Humberto, tendrían la oportunidad de quitarse el lastre de ser del grupo de Sosa y demostrar la capacidad que todos les reconocen.
Estamos seguros que más nombres surgirán con el paso de los días; este cuarteto es nombrado por la capacidad que posee para transformar un peligro de crisis en orden y progreso. De lo que estamos seguros es que la salida de Gerardo Sosa Castelán es inminente, y obedece a los tiempos que reclaman un cambio generacional para limpiar la corrupción y brindar los mejores resultados a Hidalgo.
Dejando de lado discursos rebuscados que hablan de una realidad setentera, debemos mirar con mayor apertura el posible relevo en la UAEH, que haría justicia a décadas enteras de corrupción y crímenes impunes; por fin se lograría terminar de tajo con un grupo que llenó las planas de la nota roja. Se devolvería a la entidad la garantía de una educación de calidad con mayores espacios que hasta ahora han estado restringidos debido a la malversación de fondos públicos.
Los estudiantes de Hidalgo se merecen educación de calidad y no una fachada para mantener aspiraciones políticas de un personaje que es sinónimo de corrupción e impunidad.