Para la gente que vive en Culiacán, la capital del estado de Sinaloa (que tiene casi un millón de habitantes), el jueves 17 de octubre será una fecha inolvidable porque fuerzas policiales del gobierno pretendieron detener a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo Guzmán, líder del cártel de Sinaloa que hoy purga cadena perpetua por narcotráfico en una prisión de Estados Unidos.
Sobre el tema se ha dicho de todo: hay descalificación absoluta al gobierno de López Obrador por su fallida estrategia, y por el otro lado está la opinión de sus numerosos defensores, que encuentran en el argumento de que se soltó al Chapito “para evitar la muerte de muchas personas”, un escenario posible que por supuesto no se ignora y al que no le falta razón.
DIFÍCIL PRUEBA
Más allá de filias y fobias con el actual gobierno federal, está claro que nos encontramos frente a una complicada prueba de un gobierno que pronto va a cumplir un año de gestión. Al paso de los días y al conocer más detalles de lo ocurrido el jueves pasado, queda muy claro que el gobierno federal, a través del Ejército y la Guardia Nacional, falló absolutamente en su cometido.
No podemos hablar de un Estado fallido si por éste entendemos un gobierno con un absoluto fracaso en lo social, en lo económico, en lo político, un gobierno ineficaz, imposibilitado de dar a sus gobernados los mínimos satisfactores en educación o salud. Por supuesto que –por fortuna- no es caso de nuestro México hoy en día.
Pero sí preocupa, y mucho, que en Culiacán el crimen organizado se haya anotado una victoria tan contundente e inobjetable como no la consiguió en el gobierno de Calderón o en el de Peña, cuando ciertamente se dispararon los índices de violencia y en ambos sexenios el gobierno fue incapaz de poner orden.
Sin quitar el dedo del caso Culiacán, preocupa el tema de la inseguridad que se sigue padeciendo en nuestro país. Solamente en la semana pasada hubo homicidios múltiples de civiles en Iguala, Guerrero, y de policías en Aguililla, Michoacán. La cifra de muertes violentas alcanza, a más de dos meses para terminar 2019, la escandalosa cifra de casi 24 mil.
LA ECONOMÍA TIENE EL VIENTO EN CONTRA
Asimismo, la economía no pasa por sus mejores momentos, pues el crecimiento, según los expertos, es de casi cero, menos de lo que avanzó el país en los últimos cinco sexenios, durante 30 años que tuvimos dos presidentes panistas y tres priistas. La austeridad del actual gobierno ha dejado sin empleo a cientos, a miles de empleados del gobierno federal, jefes de familia que hoy se dedican a todo lo que nos podamos imaginar.
EN SALUD, LA INCERTIDUMBRE TOTAL
En materia de salud, a pesar de los muchos desmentidos de funcionarios de gobierno, la escasez de personal, de equipo y de medicamentos en hospitales públicos es el pan de cada día. Está próximo a desaparecer el seguro popular, la preocupación es qué va a pasar con millones de familias cuya única forma de acceder al servicio médico es justamente el seguro popular, que pronto será historia.
AEROPUERTO EN SANTA LUCÍA, CAPRICHO CUMPLIDO
En contraste, el gobierno comienza la construcción del aeropuerto en Santa Lucía, pero la preocupación de cientos de miles de personas de que la obra no cumpla las mínimas condiciones que exige la aeronáutica en el mundo. Esto significa millones de pesos tirados a la basura por la cancelación del proyecto en Texcoco, decisión que no deja de parecer llena de soberbia, sólo para dejar claro quién manda en este país.
NO TODO ES MALO
Sin embargo, se han tenido aciertos en este gobierno: el robo de combustible ha venido a menos, pero el tema sigue latente y está pendiente castigar a funcionarios de Pemex que durante mucho tiempo robaron (y roban) hasta quebrar a la empresa más importante del país.
El tema de la austeridad está bien, pero sin caer en los excesos, como dejar a medias una reunión de AMLO con el embajador de Estados Unidos e invitados “porque me deja el avión”, toda vez que el presidente viaja en vuelos comerciales.
Bien por tirar a Romero Deschamps, el mejor ejemplo de la corrupción sindical. Aquí vemos una buena estrategia en su remoción, las aguas no se agitaron más de lo necesario y nadie descarta ver enjuiciado a don Carlos, pero sería más importante decomisarle su cuantiosa fortuna mal habida.
Otro acierto más es no perder de vista el combate a la corrupción como elemento esencial del actual gobierno. Los resultados son pocos, pero vemos que no se quita el dedo del renglón y eso ya es ganancia, cuando menos para que los corruptos de siempre –muchos de los cuales siguen incrustados en los tres órdenes de gobierno- le piensen antes de actuar.
Vemos bien que siga el procedimiento contra Emilio Lozoya, Rosario Robles, las investigaciones contra Eduardo Medina Mora y tantos que se han enriquecido al amparo del poder, pero no en una justicia selectiva que deja a salvo a personajes como Elba Esther Gordillo, Manuel Bartlett, Napoleón Gómez Urrutia, René Bejarano y no sé cuántos más que a tiempo se cobijaron con el manto de la 4T.
AHÍ VAMOS…
A final de cuentas, entre aciertos y yerros, López Obrador está a punto de cumplir su primer año como presidente. Después de lo ocurrido en Culiacán, la inseguridad es un pendiente de primer orden y no vemos que se asome una actitud gubernamental encaminada a devolver la tranquilidad a los mexicanos.
Cuidado: si las cosas no mejoran en un tiempo razonable, el Estado fallido podría ser ahora sí el futuro de México.
Por hoy es todo, nos leemos en la próxima entrega, pero… Entre nos.
Por: José Guadalupe Rodríguez Cruz
*Egresado de la UNAM como licenciado en Derecho y Diplomado por el Instituto de Administración Pública de Querétaro y por la Universidad Iberoamericana en Políticas Públicas. *Regidor Municipal en Tula, Secretario Municipal de Tula, Diputado local en la LVII y LIX Legislaturas en el estado de Hidalgo y Presidente Municipal Constitucional de Tula 2000-2003. *Autor del libro “Desde el Congreso Hidalguense” y coautor del libro “Tula... su Historia” *Director y fundador del periódico bisemanario “Nueva Imagen de Hidalgo”, que desde 1988 se pública en Tula, Hgo.