A sólo diez meses de asumir la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump no sólo se enfrenta a las consecuencias de un primer ataque terrorista del Estado Islámico (ISIS), sino al desafío de una reforma migratoria que ponga fin al sorteo de lotería de la famosa “tarjeta verde” que todo lo puede, además de concretar una reforma fiscal prometida a sus electores.
El ataque del ISIS dejó diez muertos y algunos heridos el pasado martes en Manhattan; el responsable fue un uzbeko que obtuvo su residencia precisamente con una tarjeta verde sorteada. Este atentado pone en tela de juicio el otorgamiento de las “tarjetas verdes” por medio de sorteo y atiza la discusión entre los legisladores y el presidente sobre la reforma migratoria, que desde hace años está en el tintero.
Ahora, Trump tiene la posibilidad de unir a los estadounidenses, tal como le sucedió a George W. Bush el 11 de septiembre de 2001, cuando el sentimiento de unidad nacional llevó al gobierno a emprender la guerra contra los fundamentalistas en Afganistán e Irak. Ahora le toca el turno al magnate, pese al fracaso con la reforma de salud que pretendía hacer retroceder lo avanzado con el ObamaCare, los recientes enfrentamientos con los republicanos y la investigación en curso sobre la interferencia rusa en las elecciones presidenciales.
Quieran o no sus enemigos, Donald Trump es el mandatario de Estados Unidos, y es momento que asuma su rol con sobriedad; las decisiones que tome en estos días lo podrán proyectar como el presidente de todos o como el millonario odiado por una parte de sus conciudadanos.
Pero Trump no sólo puede capitalizar los temas de seguridad y migración, sino también su reciente decisión de nombrar a Jerome Powell al frente de la Reserva Federal (FED), en sustitución de Janet Yellen, y la reforma fiscal en construcción podrían darle algunos puntos; sin mencionar la casi inminente salida de ese país del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la construcción del muro fronterizo, cuyos prototipos han sido prácticamente concluidos.
Jerome Powell es ahora el responsable de la política monetaria de Estados Unidos, en un momento clave para la recuperación de la economía, pues él es miembro de la Junta de Gobernadores desde 2012 y ha participado en todas las decisiones del Comité de Política Monetaria, lo cual podría complementarse con las medidas que se adopten en política fiscal con la reforma en curso.
La reforma podría incluir enormes recortes tributarios para los hogares y empresas. De acuerdo al texto del debate de la Cámara de Representantes, la propuesta de reforma podría ser la más ambiciosa después de casi 40 años, pues reduciría impuestos a hogares y empresas en poco más de 1.5 billones de dólares, lo cual estimularía el consumo interno y la demanda global de la economía; mientras que los millonarios continuarán gravados con una tasa del 39.6%, aunque Trump continuará empujando para imponer una sola tasa del 35%, mientras que espera llevar los impuestos a las empresas a una tasa de entre el 35% y el 20%, además de pagar una tasa única sobre ganancias obtenidas en el extranjero del 10% y un impuesto del 12% exclusivo para las multinacionales.
Todo parece indicar que serán semanas y meses decisivos para Donald Trump, quien aparentemente tiene ahora toda la carne echada al asador; el éxito de su liderazgo dependerá de su equipo de trabajo y de su actuación mesurada, algo que es complicado para él, pero en la medida que avance en sus proyectos de manera exitosa, en esa misma medida se irá nublando el futuro para México en todos los planos.

Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.