A veces me pregunto si los miembros de la policía de este país no se dan cuenta de que son parte del pueblo. Pareciera que al ponerse el uniforme, una especie de neblina les dificultara ver la realidad y darse cuenta de la vulnerabilidad en la que se encuentran.
En menos de un mes, Hidalgo ha registrado dos casos de violencia policial que han terminado en la muerte de dos personas. La primera sucedió en el enfrentamiento con miembros de la comunidad de San Salvador frente al Palacio de Gobierno y la segunda ocurrió en Progreso de Obregón, donde la policía municipal detuvo a una mujer por un accidente automovilístico que no dejó heridos de gravedad.
Lo que debía ser un suceso menor se convirtió en otro caso de violencia policial que ha destapado los problemas del sistema de seguridad pública de nuestro estado. Beatriz HR es el nombre de la mujer que murió por la negligencia de la policía y es una nueva razón para la movilización ciudadana. Luego de que el caso se hiciera público a nivel nacional, diversas colectivas feministas y grupos de médicos, compañeros de Beatriz, han salido a las calles a exigir justicia.
¿A quién le exigimos justicia? ¿A ese mismo sistema que mató a dos ciudadanos en las últimas semanas? ¿A esa misma estructura solapadora que ha salido a decir que Beatriz se suicidó? ¿Quién está de nuestro lado? A los hidalguenses nadie nos cuida, estamos solos.
Y esos miembros del sistema de seguridad pública también están solos, aunque no quieran darse cuenta; son personas como nosotros, aventados al ejercicio de un trabajo mal pagado, sin capacitación, sin capacidad de agencia, sin estabilidad para el futuro, al servicio de un sistema más grande que los usa como carne de cañón y que hoy los tiene cegados, pensando que ellos no son como nosotros.
