En estos momentos aciagos donde las amenazas de Donald Trump son poco menos que oleajes que marean al capitán del barco, en una entrevista que le han hecho al neoyorquino ha dejado ver que su genética se produjo desde un “espermatozoide político”, que determinó su devenir histórico.
Esta declaración no es confusa pero sí estúpida -como la mayoría de las alocuciones de Trump- porque, precisamente, él sostiene que su eugenesia (poder blanco) determina la inteligencia, valor y poder en el planeta. Es decir, si se ha nacido blanco y anglosajón, lo demás es lo de menos.
Después de la amenaza del arancel del 25% contra los productos mexicanos desde Washington, desde el espermatozoide político, que ha sido postergado, el gobernador de Hidalgo, Julio Menchaca, cerró filas frente al gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, iniciando un proceso de blindaje económico que ya tenía sus controles desde la deportación de hidalguenses por el gobierno de Washington.
En este trazo, el crecimiento de las exportaciones de Hidalgo a Estados Unidos, centra la serie de directrices que han generado desde la Unidad de Planeación y Prospectiva, que encabeza Miguel Tello, iniciar una reestructuración estratégica en consonancia a las medidas precautorias del gobierno de Julio Menchaca ante la guerra de los aranceles y las amenazas del espermatozoide político.
Lo significativo de la tesis de Donald Trump sobre el “espermatozoide político” va más allá de las fronteras y estupideces del pensamiento eugenésico norteamericano.
En la clase política del antiguo régimen no faltan los personeros que consideran que el espermatozoide que les dio la vida unida al óvulo ya condensaba el poder político que históricamente han desplegado. Se trata, en todo caso, de una especie de parodia mesiánica, donde infinidad de políticos de la vieja guardia pretenden hacer creer que sus “virtudes políticas” provienen de una herencia genética divina.
Esta brutal mamarrachada, lamentablemente, ya ha cobrado eco en diferentes latitudes del planeta donde el conservadurismo y el poder eugenésico pretenden hacer pasar a la selección genética como una prueba de que existen “elegidos por y para el poder político”. Estas posturas son escabrosas pero suelen cobrar interés y confundir a pueblos cuya autoestima por opresión racial, escribió una historia de penurias, terminando por aceptar el mito de la eugenesia y del espermatozoide político.
En México y América Latina existen estadísticas contundentes de que la tipología de piel permite abrir espacios sociales, laborales, económicos y políticos.
En este trazo, como las calamidades nunca vienen solas, el actor Eduardo Verástegui que constantemente visita al neoyorquino Donald Trump, se encuentra esgrimiendo desde la derecha conservadora y ultraconservadora en México, un mito racial que no tiene cabida, argumentando que la eugenesia es poco menos que el alma de Dios en la piel de los seres humanos. Lo contradictorio de todo esto en sus visitas a Washington es que Verástegui se autodescribe religiosamente desde el guadalupanismo -la virgen del Tepeyac es morena- por lo que su presencia eugenésica pierde sentido.
Mis únicos y queridos lectores, no podemos caer en el extravío de una era donde los ídolos de barro intentan crear mitos que segregan y excluyen.
No existe el espermatozoide político ni el poder eugenésico. Los seres humanos construimos, desde variables intrincadas, nuestro devenir y debemos hacer de la horizontalidad social, el epicentro de la pluralidad sana de nuestras vidas.
Si se encuentran un espermatozoide político que apela al poder eugenésico, duden del valor de su origen y cordura.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.