Los proselitismos políticos se han convertido en entramados de compensación social, donde los ciudadanos se encaraman para tratar de hacer valer su voz y sus peticiones en la interlocución de los aspirantes a los puestos de elección popular.
En este escenario, las plataformas programáticas de los candidatos deben ser el fiel reflejo instrumental de las necesidades, aspiraciones y proyecciones de oportunidades sociales que se realicen o concreten en el ejercicio de gobierno; sin embargo, la mayor parte de las veces las demandas suelen no ser resueltas por la oferta política, condición que se convierte en gotas amargas que se traducen en marginación, pobreza, inseguridad, ostracismo y desolación social.
¿Cómo hacer funcional al Estado y su gobierno en este viaje de los indolentes de la política? La respuesta es lineal: asegurar que la administración pública coexista entre ciudadanos y clase política, creando instrumentos de simetría de oportunidades en un marco lógico de dignidad humana.
En esta tesitura, los ciudadanos deben exigir que se construya una ingeniería constitucional que haga de su voz un poder concreto y no diferido en la democracia representativa, de este modo las nuevas formas de la realidad virtual podrían crean instrumentos para escrutar el ejercicio de gobierno, concitando las zonas de vacío en la respuesta social y reorientando sus respuestas, lo cual no solo es posible, sino también viable.
El esquema contradictorio que hemos generado a través de la democracia representativa es disfuncional a las premisas del control político de la ciudadanía, porque la clase política que representa al tejido social se ha vuelto juez y parte, al grado que se ha vuelo incontrolable y, en nuestros días, la cabeza de la Hidra en una caja de Pandora donde los ciudadanos son rémoras del poder público.
El viaje de los indolentes de la política es el trayecto de una sociedad hecha a un lado en la coparticipación del ejercicio de gobierno, y mientras no controle ese ejercicio, seguirá en la relación de servidumbre en que la tiene enclaustrada la clase política.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
