El tigre Osorio en las tres dudas del PRI

El objetivo del PRI no debe ser que haya “PRI para rato”, sino que haya PRI para competir por el poder. Con esto en mente, ¿necesitaría el tricolor que Osorio Chong regrese a sus filas? y ¿la actual dirigencia lo permitiría?

No resiste un análisis materialmente escrupuloso la presencia en los corrillos públicos sobre el regreso del tigre Osorio Chong al PRI. Sin embargo, la presión mediática y el manejo tras bambalinas que se ha dado sobre la presencia del expriista hidalguense en las filas del tricolor ha ocasionado tres dudas en el PRI.

 

 

Primera duda

 

¿El PRI necesita un tigre que sepa cazar?

 

No fue producto de una condición aleatoria el hecho de que Miguel Osorio Chong llegara a ocupar una cartera vital del ejercicio de gobierno en la nación como la Secretaría de Gobernación. En este encargo sólo pueden estar aquellos que le garantizan al Poder Ejecutivo el equilibrio y control político interno de la nación. Por ende, en este encargo, la trayectoria política debe enunciar una fuerza de decisión y mando que alude a que la capacidad operativa de quien detenta el poder en este ministerio, promueve control político a todas luces.

 

En el escenario actual por el que atraviesa el PRI es evidente que no requiere de gatitos que inviten a la afiliación partidista, sino de un tigre que sepa cazar en tiempos de escasez política y sepa controlar el poder para que no se diluya ni atomice.

 

 

Segunda duda

 

¿De qué depende la viabilidad del regreso del tigre Osorio al PRI?

 

El gran estratega Napoleón advirtió: “cuando una fuerza se resquebraja por su división interna, el golpe maestro estriba en volverla a cohesionar”.

 

Es evidente que el golpe de Estado en el PRI, que propinaron Alejandro Moreno y Carolina Viggiano a la vieja guardia política, cercenó toda posibilidad de diálogo al interior del partido y no sólo creo un pogromo intestino que terminó en el exilio, la defección y el éxodo de la cúpula de poder y bases militantes a múltiples latitudes, creando un efecto de feudo político” en manos de Moreno y Viggiano.

 

Los efectos de la división política en el PRI no han sido pasados por alto por Alejandro Moreno y Carolina Viggiano, al grado que no han impugnado el posible regreso de todas y todos aquellos que fueron exiliados o defeccionaron al tricolor; lo cual indica que, tácitamente, han puesto una mesa de negociación para la integración de un nuevo esquema de operaciones en el PRI.

 

De forma y fondo, esto no implicaría que Alejandro Moreno y Carolina Viggiano dejen las riendas del PRI, pero sí den paso a una reconfiguración de sus fuerzas políticas.

 

 

Tercera duda

 

¿Cómo restituir lo perdido e integrar una fuerza política en plena cohesión?

 

El exilio y éxodo político que ha experimentado el PRI en la nación es de tal magnitud que no sólo puede ser una meta conservar el registro del partido y garantizar su pervivencia. En los hechos, detentar el poder exige que las metas deben ser mayores, porque se avecinan tiempos de estiaje mayor o caudal mínimo para el tricolor frente a la sucesión transexenal del 2028 en Hidalgo y la presidencial del 2030.

 

Los plazos están acotados para el PRI, por lo que no es disparatada la realización de un pacto político hacia su interior que permita crear una nueva estructura donde surja un nuevo esquema de voluntad política que le permita ir más allá de la simple sobrevivencia política en la que se encuentra, porque el cometido no puede ser que haya PRI “para rato” como señaló Carolina Viggiano, sino que haya PRI para competir por el poder.

 

Todo indica que el tigre Osorio ya acecha en la reconfiguración política del PRI, ahora sólo hace falta que lo dejen rugir.


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