Desde que fue anunciada la reforma de alternancia política de género, Hidalgo ha experimentado el nerviosismo de la democracia paritaria donde los partidos políticos presentan un déficit de representación femenina y ya expresan los primeros estragos frente a las presiones en el poder orgánico de sus estructuras de cúpula.
Ahondar en la danza de los nombres que a título de rumores e intereses de grupo ya se perfilan hacia la sucesión transexenal de 2028 en Hidalgo, es poco menos que el epitafio anticipado de las aspirantes que ponen nuevamente en boga los episodios álgidos de la igualdad política de género y la urgente necesidad de crear e implementar mecanismos de democracia paritaria.
En este clima de insurgencia paritaria femenina el debate sobre el posicionamiento de mujeres en escaños públicos ha dejado su lugar en Hidalgo por la sucesión transexenal 2028, debido a que la pobreza de cuadros femeninos en los partidos políticos pone de relieve una lucha por el dominio femenino de los órganos ejecutivos de la cúpula partidista.
Todo indica que revitalizar la cuota femenina en los partidos en Hidalgo es el tema pendiente, y ausente para los líderes masculinos de la vieja y nueva guardia política, que deberán pasar de su conducta de comparsa política sobre la presencia femenina al activismo de vanguardia femenina que requieren para hacer frente a la elección a la gubernatura en 2028.
El cisma causado por la presidenta Claudia Sheinbaum al forzar al sistema político y de partidos a la alternancia política de género tomó desprevenida a la clase política masculina que tenía a buen recaudo el control de los partidos -nadie crea en la pantomima de Alejandro Moreno en el PRI sobre el ascenso femenino de cuadros-, lo que en Morena detonó el ascenso en la dirigencia de Luisa Alcalde y perfiló la extensión de la reforma claudista de alternancia política de género en el Poder Ejecutivo, gubernaturas y presidencias municipales en el país.
A diferencia de las cuotas de género que crearon fuerzas políticas a modo, donde los escaños en los partidos políticos eran otorgados en las posiciones menos deseadas por hombres para las mujeres, en el caso de la reforma de alternancia política de género, se instalan lógicas sobre el Poder Ejecutivo, condición que trastoca la asimetría “a modo” de las cuotas de género y creará una verdadera disputa política en la democracia paritaria en el país.
Este escenario indica que, mientras la clase política masculina da un paso en México, la presidenta Claudia Sheinbaum da dos al frente.
Por ende, las estrategias y retóricas banales en los discursos masculinos dejarán su lugar a una nueva ingeniería política en los partidos que deberán presentar opciones reales de cuadros femeninos deliberantes y en posición de poder público. Por vez primera en México las políticas de inclusión femenina en la esfera pública se convierten constitucionalmente en una realidad de jure y de facto, cuya camisa de fuerza ya tiene en vilo a las estructuras masculinas del poder y con los tiempos encima a la partidocracia de la nación.
Dentro del lenguaje político ya no será necesario hablar de “discriminación positiva”, porque el despliegue de la ingeniería política -iniciado por la presienta Claudia Sheinbaum- ha creado el empuje y blindaje constitucional que no tiene vuelta atrás.
La carrera a la sucesión transexenal en Hidalgo ya ha iniciado y la reconfiguración de las cúpulas en los partidos políticos de base masculina deberá crear redefinición de cuadros proclive a incorporación efectiva y veraz del tejido político femenino que, más allá de la retórica de la democracia paritaria, ahora exige el empoderamiento real de las militantes en las estructuras políticas y de gobierno.
¡El Rey ha muerto, viva la Reina!