El rector de la UAEH, Adolfo Pontigo, debe dejar el cargo por la situación que vive y que compromete el buen nombre de la casa de estudios, y porque además violenta el sexto principio que el marco legal de la Universidad exige para ser rector: «SER DE RECONOCIDA HONORABILIDAD».
Si se toma en cuenta que honorabilidad es la cualidad de una persona que actúa con rectitud y que por lo mismo merece respeto y admiración, lo cual equivale a mostrar dignidad y decencia. En congruencia con esto podría pedir licencia o renunciar, decisión que le corresponde al funcionario universitario.
El rector hace unos días fue vinculado a proceso por su presunta responsabilidad en la defraudación fiscal por más de 480 mil pesos. Un juez federal determinó que hay indicios de este delito por no declarar fiscalmente ante el SAT lo que debió haber declarado.
Pontigo Loyola no parece estar en condiciones de ostentar la responsabilidad de rector por estar involucrado en una falta fiscal que ya lo vinculó a proceso. Él debe decidir si se va o se queda, pero por lo menos debería pedir licencia a su encargo en tanto se resuelve su caso, que se llevará mínimo dos meses, en cuya posibilidad el marco legal de la UAEH dice: «…Si la ausencia del rector es de más de un mes, pero menos de un año, EL HONORABLE CONSEJO UNIVERSITARIO DESIGNARÁ UN RECTOR INTERINO».
Sin embargo, es sólo una posibilidad que debe decidir el rector, quien ya adelantó en un comunicado que no dejará el cargo.
COMPARECENCIAS
Las comparecencias de los secretarios del gobierno estatal ante los diputados para abundar en los datos que el gobernador entregó ya al Congreso, permitió que acudieran ante las comisiones respectiva el secretario de Gobierno, Simón Vargas; el titular Ejecutivo de Política Pública, José Luis Romo, y el de Obras Públicas, José Ventura Meneses, quienes tuvieron buenas presentaciones.
Este día, a eso de las 14 horas, acudirá el secretario de Movilidad y Transporte, José Luis Guevara, que tiene indudables logros en el rescate del Tuzobús, en el orden que se alcanzó en el transporte convencional y el programa de uso de bicicletas, sin dejar de valorar las decisiones que se tomaron para frenar la pandemia, pues pese a todo, el sistema de transporte se mantuvo al servicio de la gente. Hubo grillos que se quisieron colgar de esas medidas y las cuestionaron, pero es indudable que debían tomarse por el bien de la población, no de grupos de pescadores en río revuelto.
Por: Adalberto Peralta Sánchez
Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.