El poder tras bambalinas del GPI

La fuerza política que presenta Omar Fayad en el espectro político de Hidalgo es innegable y se suma al juego de pesos y contrapesos en un momento, donde ciegamente, se piensa que Morena tiene todo el poder del aparato de Estado, cuando esto en un esquema político es imposible e impensable.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.

La inminente ruptura de la oposición política a título de sus partidos -que después de la elección del 2 de junio, quedaron reducidos a la alianza entre PRI y PAN porque el PRD se extinguió- proyecta un desencuentro mayúsculo donde las huestes de acción nacional, airadamente, impugnan los estragos que causó aliarse con el tricolor que a su juicio “fue un error político”, cuyo costo para los descendientes del partido de Gómez Morín deja una lección histórica “el agua y el aceite no se mezclan”.

 

Empero, en este escenario de desencuentro político el GPI en Hidalgo ha capitalizado la debacle de la oposición, condición que fue apreciada con singular inteligencia por Omar Fayad, que advirtió que la fuerza política de Morena no daría cabida, al menos en dos sexenios -el de AMLO y el del continuismo morenista- para que la oposición rearticulara sus fuerzas e inclinara a su favor el ejercicio de gobierno y el dominio político del Estado.

 

El GPI constituye una opción paralela al sistema de partidos porque se inserta dentro del juego del capital político de personeros que influyen e infiltran a la clase política local y generan alteración en la correlación política del sistema de partidos y en el gobierno de Julio Menchaca. Esta penetración política advierte que el ejercicio político permite oscilar en “zonas de influencia” dentro del sistema político sin la necesidad de pertenecer a la partidocracia o a las estructuras de gobierno de manera inmediata, como lo hacen las ONG, pero con una influencia mayor porque los grupos de poder capitalizan las relaciones políticas en las que se insertan.

 

Sin embargo, los partidos políticos siguen siendo un botín en disputa. Al interior juegan diferentes cofradías que dividen el poder de sus estructuras y, a su vez, se vinculan a estos grupos políticos que tras bambalinas manipulan y obtienen dividendos políticos y económicos a través del manejo del sistema político.

 

En Hidalgo, tanto el GPI como el GU ejemplifican esta dimensión de penetración política e infiltración gubernamental. Estas condiciones, cuyos alcances le han dado un viraje a la política local, crean nuevas formas de asociación política a través de múltiples hibridaciones del poder y relaciones complejas.

 

No sorprende en este escenario el control que estos grupos establecen sobre partidos políticos, como ocurre con PT. Estos grupos políticos han recuperado, inclusive como sucedió con Plutarco Elías Calles con el PNR en su momento, el advenimiento de los hombres fuertes” que tras bambalinas controlaban la escena política marcando directrices y movimientos en el sistema de partidos y en el gobierno.

 

La fuerza política que presenta Omar Fayad en el espectro político de Hidalgo es innegable y se suma al juego de pesos y contrapesos en un momento donde ciegamente se piensa que Morena tiene todo el poder del aparato de Estado cuando esto en un esquema político es imposible e impensable.

 

El análisis que de manera empírica y como frase cliché han hecho muchos personeros de la palestra política al señalar que “en política ni se gana todo ni se pierde todo”, en términos científicos se denomina “fragmentación de la correlación de fuerzas”, condición que el GPI alecciona de manera contundente en Hidalgo con su poder tras bambalinas.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.